Es el décimo caso de Petra Delicado. La inspectora de la Policía Nacional tiene una edad y no está para que la manden, mucho menos ella, que tiene su carácter. Le toca tragar harina a la inspectora, porque en esta entrega le tocará recibir instrucciones de un funcionario más joven que ella y para colmo, Mosso d’Esquadra. El argumento, todo sea dicho, es previo al artículo 155 y no es cuestión de venir a politizarle a Alicia Giménez Bartlett (Albacete, 1951) su más reciente novela, que lleva por título Mi querido asesino en serie (Destino). Pero el asunto da de sí, y bastante.
Dos años después de ganar el Premio Planeta con la novela Hombres desnudos, la escritora Alicia Giménez Bartlett vuelve con la décima entrega de su serie dedicada a Petra Delicado, la popular inspectora que ha protagonizado, entre otras, las novelas Ritos de muerte (1996), Días de perros (1997), Mensajeros de la oscuridad (1999), Muertos de papel (2000), Serpientes en el paraíso (2002) y Un barco cargado de arroz (2004). Convencida de que en el género policíaco las mujeres sólo aparecían como víctimas en la primera página o como ayudantes de alguien más, Giménez Bartlett creó a Petra Delicado, una mujer independiente, que se dedica a trabajar como inspectora en Barcelona y que en esta ocasión tendrá que hacer especial gala de sus arrestos... que no son pocos.
El nuevo caso de la inspectora Petra Delicado empieza cuando encuentran el cuerpo de una mujer de unos cincuenta años asesinada de modo brutal en su propia casa. Sobre el cadáver hay una carta de amor anónima que reivindica el asesinato, justificándolo con el abandono del presunto asesino por parte de la víctima. Hasta ahí, el asunto ya pinta complejo. Pero las cosas se complican.
El caso lo llevan Petra, el subinspector Fermín Garzón y Roberto Fraile, un inspector del cuerpo de los Mossos d’Esquadra a quien, a pesar de ser más joven que Petra, le encomiendan el mando. El asunto le resulta inaceptable: ¿cómo puede ser que este joven mosso sea quien dé las órdenes? Pero eso es todo. Roberto Fraile es el opuesto de la inspectora: no sólo forma parte de otra generación, de otro cuerpo, sino casi de otra galaxia: no bebe, es extremadamente ordenado, riguroso y saludable. La némesis de Petra y Garzón.
"Jamás pensé, al momento de escribirla que terminaría surgiendo esa tensión entre la Policía Nacional y los Mossos d'Esquadra. Lo pensé como un clásico: la revalidad entre policías forma ya parte del género, es algo muy típico dentro de la novela policíaca", explica entre risas y batiendo esa melenita platinada. Ella, siempre lo ha dicho, es muy punky. Sin duda, a las pruebas hay que remitirse.
Cuando ganó el Planeta, la escritora acudió a recoger el galardón ataviada con un provocador jersey que acaparó la atención de muchos, acaso por la palabra 'Merde' que llevaba cual estandarte. "Ya que no puedo hacer una revolución, visto esto", respondió. Las fotos junto al entonces presidente de la Generalitat, Artur Mas, que en aquellos días había sido imputado por Tribunal Superior de Justicia de Cataluña por el plebiscito secesionista del 9N.
Dos temas corren en paralelo en este libro. Los asesinatos en serie, por un lado. Y la sensación de periferia y marginalidad que generan las sociedades contemporáneas. "Es el tema de esta novela y es algo que ocurre en muchas sociedades. En las ciudades la gente se va aislando por edad, por enfermedad, porque todo el mundo tiene prisa, porque vivimos volcados en Internet. Cada uno a lo suyo", dice Alicia Giménez Bartlett, quien reconoce, a estas alturas, que a Petra Delicado le debe mucho, tanto el oficio de escritora como los miles de lectores.