Cultura

El suicidio de Occidente, explicado en cuatro libros actuales

Triunfan los ensayos sobre la mayor crisis de civilización de Europa y Estados Unidos

Me parece imposible no engancharse a un libro que comienza con estas palabras: "La decadencia de Occidente es un fantasma que nos angustia desde hace tiempo. Sin embargo, ahora sucede algo nuevo: nos estamos autodestruyendo. La ideología hegemónica, la que difunden las élites en las universidades, en los medios, en la cultura de masas y en la industria del espectáculo, nos impone destruir nuestra autoestima, culpabilizarnos y flagelarnos", lamenta Federico Rampini, prestigioso analista político, especializado en instituciones de gobernanza global. El ensayo se titula El suicidio occidental: el error de revisar nuestra historia y cancelar nuestros valores y se publica en la editorial Ladera Norte.

En un prólogo específico a la edición española, Rampini explica que nadie nunca ha escuchado a un líder islámico escribir o pronunciar las palabras “os pedimos perdón por el imperialismo árabe y otomano”. Solo los occidentales consideramos pedir disculpas, que siguen formulándose en nuestra época, por ejemplo en la última visita del Rey Carlos de Inglaterra durante su visita a Kenia en 2023. Rampini lamenta el ambiente ponzoñoso que domina hoy la educación en los Estados Unidos, donde en muchas escuelas se enseña a los niños blancos que son portadores de una tara racista por la que deben disculparse ante sus compañeros. ¿Puede sobrevivir una civilización que se odia hasta estos extremos? Rampini arranca su libro con una provocación: “la mayoría de nosotros sufre lo que está sucediendo, no hemos consentido en el suicidio”.

Además del riguroso análisis histórico, impresiona alguna de los ejemplos biográficos que comparte. Por ejemplo, el de una compañera y compatriota de la universidad de Nueva York sometida al implacable rodillo de la corrección política. “Tengo 42 años. Vine del Véneto a Nueva York en 2009 e inmediatamente me enamoré de la ciudad. Tenía que quedarme unos pocos meses para hacer una practicas y todavía sigo aquí. Hoy, sin embargo, me cuesta reconocerla. En Italia me considero progresista, incluso radical. Ahora, en Nueva York, tengo que disculparme todo el tiempo por ser blanca, y por tanto una privilegiada incapaz de comprender a las minorías étnicas. Me meten en el bando de los opresores. Me paso el tiempo andando con pies de plomo, burlando las reglas de la cultura woke, cualquier cosa que diga o haga puede ser condenada por considerarse una microofensa dirigida contra los afroamericanos o los latinos”, confiesa.

Durante su famosa entrevista, Vladimir Putin le dijo a Ticker Carlson: “Occidente está en decadencia. No lo digo yo, sino sus propios expertos”

Esta compañera anónima intentó dedicarse a atender drogadictos, personas sin techo y enfermos mentales pero no lo consiguió. "Para las pruebas de admisión, he tenido que escribir una redacción en la que debía anticipar cuál sería mi compromiso hacia los negros, porque es un dogma que el verdadero racismo es el de nosotros, los blancos, hacia los negros. Me han excluido del curso que más me interesaba, sobre asistencia a drogadictos, porque lo no blancos tienen prioridad. En la semana inicial del máster, dedicada a la orientación de los recién inscritos, se nos pidió a los alumnos blancos que pidiéramos perdón a nuestros compañeros negros por el racismo del que somos portadores", recuerda.

Occidente en crisis

Mientras China, Rusia y Turquía modifican sus textos escolares para impregnarlos de mayor orgullo nacional, Occidente se dedica a destruir la autoestima de sus propios estudiantes. ¿Cuáles pueden ser los resultados de este cambio? Desde la izquierda también se analiza el problema. El historiador francés Emmanuel Todd, que anticipó siete años antes la cañida del Muro de Berlín, publica estos días La derrota de Occidente (Akal), donde argumenta que “la implosión de la URSS volvió a poner la historia en movimiento. Sumió a Rusia en una violenta crisis, pero, sobre todo, creó un vacío mundial que absorbió a Estados Unidos, también en crisis desde 1980. Se desencadenó entonces un movimiento paradójico: la expansión conquistadora de un Occidente que se marchitaba en su corazón. La desaparición del protestantismo condujo a Estados Unidos, por etapas, del neoliberalismo al nihilismo, y a Gran Bretaña, de la financiarización a la pérdida del sentido del humor. El estado cero de la religión ha llevado a la Unión Europea al suicidio”, defiende.

Así explica Todd el origen del problema: “El protestantismo había producido un alto nivel de educación, sin precedentes en la historia de la humanidad, la alfabetización universal, porque exigía que cada fiel pudiera leer por sí mismo las Sagradas Escrituras. Además, el miedo a la condenación y la necesidad de sentirse elegido por Dios condujeron a una ética del trabajo y a una fuerte moral individual y colectiva. En el lado negativo, esto condujo a uno de los peores racismos que jamás hayan existido, antinegro en Estados Unidos y antijudío en Alemania, ya que, con sus elegidos y condenados, el protestantismo renunció a la igualdad católica de los hombres. El avance educativo y la ética del trabajo produjeron un considerable avance económico e industrial”, celebra.

Otra aportación sustancial es la de Amin Maalouf, sociólogo y politólogo libanés que ganó en 2010 el premio Princesa de Asturias. Acaba de publicar El laberinto de los extraviados. Occidente y sus adversarios (Alianza), donde certifica la crisis de nuestra civilización, aunque aclarando que todavía no existe otra que le sirva de relevo. Más que crisis de Occidente, estamos ante una crisis general de credibilidad que dispara la incertidumbre y también las posibilidades de una Tercera Guerra Mundial. Advierte de que pasamos “uno de los momentos más peligrosos de la historia”, más incluso que la crisis cubana de los misiles en los sesenta, y que “las naciones que se oponen a Occidente se acercan a la tiranía y la barbarie”. La manipulación genética, la Inteligencia Artificial y las guerras híbridas contribuyen a la inestabilidad general.

Hay autores españoles que también coinciden en el diagnóstico, por ejemplo Alicia Delibes, responsable de Educación con Esperanza Aguirre, de quien ya hemos publicado una entrevista sobre su reciente ensayo El suicidio de Occidente (Encuentro). “Como bien indicó Jean François Revel en el capítulo ‘La traición de los profes’ de su libro El conocimiento inútil, a partir de Mayo del 68, la simple transmisión de conocimientos se empezó a considerar reaccionaria porque llevaba a la detección de talentos, es decir, a crear desigualdades.Los profesores sesentayochistas leyeron los libros del sociólogo Pierre Bourdieu, Los herederos y La reproducción y aceptaron la idea de que había que terminar con el modelo tradicional de escuela que había sido concebida para mantener los privilegios de la burguesía dominante. Y, de aquellos polvos, vienen estos lodos”, recuerda.

En un momento clave de la entrevista de Tucker Carlson a Vladimir Putin, el presidente ruso le dice -con la mala baba que le caracteriza- que “Occidente está en decadencia. No lo digo yo, sino sus propios expertos”. Hasta que no seamos conscientes de esto, nuestra civilización seguirá sumerguida en su crisis de identidad, quizá al borde del suicidio por culpa de sus élites.

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