Una historia de amor, dos estrellas de Hollywood y un destino soñado. Los ingredientes, a priori, no pueden fallar en Viaje al paraíso, una película que ha llegado a los cines dispuesta a rendir homenaje a la mejor comedia romántica, esa que sus actores protagonistas dominan a la perfección. Julia Roberts y George Clooney son la pareja explosiva que demuestra que ese género tan manido, tan repetido, tan poco original y sin embargo nacido para el éxito, triunfa, precisamente, porque nada cambia. Tampoco en esta ocasión, pero no con el mismo entusiasmo ni las dosis adecuadas de fortuna para saciar el placer culpable.
La historia que propone Viaje al paraíso juega con las cifras de las cada vez más habituales rupturas matrimoniales -en España, un 13% más en 2021 respecto al año anterior, según las cifras del INE- y presenta el encuentro involuntario de dos divorciados que no se pueden ni ver. Ambos acuden a la graduación de su hija y, poco después, son invitados a Bali para acudir a su boda. Alertados ante el posible error que ellos mismos cometieron siendo tan jóvenes, ambos acuden a este destino paradisiaco para intentar evitar a toda costa el enlace.
Lo mejor en Viaje al paraíso es precisamente lo que vende, lo que se ve en el cartel: a una pareja de veteranos actores, Roberts y Clooney, que sacan toda su artillería pesada para dotar de toda la dignidad posible a esta película, con la que casi consiguen hacer creer al espectador que se encuentra, en realidad, en algún momento entre los años 90 y los primeros 2000, eso sí, sin mucho éxito. Lejos quedan buenas historias románticas como La boda de mi mejor amigo (1997) o Notting Hill (1999).
Sin duda, para esta redactora de Vozpópuli, la escena en la que ambos actores juegan al "beer pong" y bailan ebrios antiguos éxitos como Jump (1992), del dúo de hip hop Kris Kross, tiene más valor que cualquier otro momento de la película, y les sirve para revalidar sin demasiado esfuerzo aparente su título en el reinado de Hollywood, pero también para recordar al espectador que aquellas comedias románticas dulces, amables y sin un evidente esfuerzo son irrepetibles.
Viaje al paraíso: un espejismo
La química entre ellos dos es evidente, y son el único motivo por el que uno puede aguantar hasta el final de esta película, dirigida por Ol Parker (Mamma Mia! Una y otra vez), en la que el resto del elenco está muy por debajo en cuanto a la calidad actoral. Ni siquiera uno de los paisajes más idílicos y paradisiacos del planeta puede despistar, porque falla la historia, demasiado simple y obvia, si es que el género puede deparar sorpresas a estas alturas.
La propia Julia Roberts se pregunta en declaraciones a The New York Times cómo se consigue que las comedias románticas sean especiales, cuando uno puede predecir qué va a ocurrir en ellas. "No apreciamos la abundante cosecha de comedias románticas que teníamos entonces. No ves todo el esfuerzo y las cuerdas de los títeres porque es divertido y dulce y la gente se ríe, se besa y se porta mal", ha señalado la actriz en esta entrevista acerca de aquellas películas icónicas de los años 90.
Probablemente, todo podría ir bien en Viaje al paraíso si no fuera porque su propuesta parece nacer un tanto caduca, casi obviando una pandemia, una crisis de las salas de cine y un cambio de modelo del audiovisual. Esta no es más que una oportunidad desaprovechada en una película que tiene todos los elementos clave para recordar al espectador el motivo por el que una comedia romántica siempre era una buena elección, y también un espejismo de lo que ese cine fue.