El ser humano destina muchos esfuerzos económicos y muchas horas de investigación a conocer el cosmos, pero apenas invierte energía en descubrir qué se esconde tras el amor contemporáneo, ese que, sin embargo, determina muchas decisiones vitales y lleva a hacerse otras preguntas de índole social o filosófica. Uno de los estudios más llamativos que han aparecido sobre este asunto en la prensa en los últimos años, realizado por la Universidad Pública de California (EEUU), sostenía que las personas que han reavivado amores de la juventud en la edad adulta tienen un 76% de posibilidades de permanecer juntas, a diferencia del 40% de posibilidades de éxito para el resto de la población.
Frente a la ciencia, tanto la literatura, como el teatro o el cine han demostrado ser disciplinas capaces de profundizar mejor y con más tino en las cuestiones del corazón, como ocurre con la película Vidas pasadas, de la debutante Celine Song, que viene a contradecir cualquier porcentaje con una disertación del amor, del paso del tiempo, del peso que tienen los recuerdos en el presente y de las decisiones irrevocables que se toman en la vida.
Vidas pasadas se divide en tres actos y cuenta la relación entre Nora y Hae Sung, dos amigos que forjan una relación intensa en la infancia y que se ven obligados a separarse cuando la familia de ella emigra desde Corea del Sur, donde viven, a Canadá. Veinte años después, y tras intercambiar mensajes y hablar a través de videoconferencia, se reencuentran en Nueva York y tienen que enfrentarse a sus sentimientos y también a sus elecciones vitales.
Es una historia conmovedora, tierna, de una belleza pura, tremendamente triste, pero contenida en lo gestual y tímida por momentos pero también sutilmente arrebatadora cuando es necesario
Esta es una película romántica sin complejos, que acaricia las cuestiones propias del melodrama y que, sin embargo, recurre a la sencillez para no caer en la trampa del exceso, de lo poco creíble, porque nada es más grave de lo que le corresponde. El resultado, para esta redactora de Vozpópuli, es una historia conmovedora, tierna, de una belleza pura, tremendamente triste, pero contenida en lo gestual y tímida por momentos pero también sutilmente arrebatadora cuando es necesario.
La valentía de Celine Song en esta historia se encuentra, precisamente, en resultar demasiado cercana y convincente, porque juega con cuestiones de sobra conocidas para el espectador y que podrían resumirse con una frase: no todo es posible en la vida. Todo ello, a pesar de no esquivar el amor como tema central de la trama. No es el contexto, no es el sentimiento inevitable que lo atraviesa todo y que está casi presente a la fuerza en las películas, sino que se convierte en el tema principal y no hay aquí ni una pizca de rubor en su directora, en una época en la que, además, cuesta encontrar cine romántico entre las apuestas de calidad de la cartelera.
Si hay algo que puede echarse en cara a esta película es quizás su diseño impecable, sus paisajes de postal, sus entornos dibujados desde lo idílico, algo que puede resultar edulcorado en el resultado final. En cualquier caso, esto no despista en la misión de la directora de evocar en la mente del espectador los recuerdos de la infancia, de las fantasías y los sentimientos que emergen al pensar por unos minutos que uno tiene en el presente la capacidad de recuperar lo que se perdió en el pasado.
Vidas pasadas, la apuesta de A24
Vidas pasadas es una película de A24, la productora responsable de algunos de los títulos más atractivos de los últimos años, entre los que cabe citar la oscarizada Moonlight, la cinta de terror X, Todo a la vez en todas partes, que arrasó en la pasada edición de los Oscar, así como la serie Euphoria, la célebre ficción adolescente de HBO que prepara su próxima temporada.
Esto puede explicar muchas cosas porque, especialmente en la cinta de los Daniels, Todo a la vez en todas partes, hay mucho riesgo y un resultado -intencionado o no- de atraer a los cines al público millenial y centenial. ¿Y qué puede haber más arriesgado en 2023 que una película de amor? De momento, Vidas pasadas se convirtió en la pasada edición de la Berlinale en firme candidata a ganar el Oso de Oro y fue una de las cintas más aclamadas en Sundance y San Sebastián.
Si los rumores son ciertos, y el mensaje de "película del año" que acompaña a la película no es solo una estrategia de marketing de la distribuidora o bien fruto de un consenso entre la crítica, el cine romántico tendrá la oportunidad de volver a reinar en los Oscar y, quién sabe, de aparecer a menudo entre los estrenos.
Sin_Perdon
Resulta hoy en día casi una maravilla encontrar filmes de esta naturaleza, puros, auténticos, que reflejan la cotidianeidad, lejos de lo estrambótico, de las relaciones extrañas y truculentas, de las historias inventadas de minorías victimizadas. Por supuesto para ver esto tenemos que irnos al cine oriental, porque el occidental en su gran mayoría es una auténtica basura, en franca decadencia, dirigido a unas minorías pero con presupuesto de mayorías.