Cultura

El error de los cómicos cool españoles: reírse de Vox les hace más fuertes

Pocas cosas resultan tan sencillas y satisfactorias como reírse de la extrema derecha

Para la inmensa mayoría de votantes progresistas o de centro, un chascarrillo contra Trump, Bolsonaro o Marine Le Pen nos hacen sentir automáticamente listos, sofisticados y superiores moralmente. Parece que todo sean ventajas. ¿Cuál es el problema de este planteamiento? La realidad ha demostrado que tiene ‘efecto rebote’. Muchos lo descubrieron en 2016, cuando Donald Trump llegó a la Casa Blanca con todos los cómicos ‘molones’ de Estados Unidos ferozmente en su contra. Desde Alec Baldwin hasta Stephen Colbert, pasando por Andy Serkis, que durante la campaña leía los tuits de Trump poniendo la voz del Gollum de ‘El Señor de los Anillos’. Burlarse del color de la piel del candidato republicano, diciendo que parecía restregada con Doritos, se convirtió en un lugar común humorístico.

En ‘Saturday Night Live’, un legendario programa de televisión, incluso se atrevieron a insultar a sus votantes, llamándoles racistas o fascistas, como se muestra en el vídeo que incluimos más abajo (no hace falta dominar el inglés para entenderlo). Como sabemos, Trump ganó la contienda electoral, en parte porque cada broma que se hacía sobre el magnate inmobiliario fue sentida por sus bases como una ofensa contra ellos mismos. Los urbanitas ricos y sofisticados de Los Ángeles y Nueva York llevan décadas riéndose de los estadounidenses del centro del país, especialmente de quienes aman su bandera, apoyan a su ejército y respetan los valores familiares tradicionales. Es un fenómeno sociológico que ha explicado con detalle y rigor el periodista de izquierda Thomas Frank. La pregunta que puede aplicarse a España es la siguiente: ¿esta ocurriendo lo mismo con Vox y nuestros cómicos más ’cool’?

Voters for Trump Saturday Night Live.

Estrategia calcada

No hay duda: los humoristas chic españoles están radicalmente en contra de Vox. Joaquín Reyes se ríe del partido derechista en su columna de El País, relacionándoles con Arévalo, una de las celebridades que más les apoya. Así ironiza sobre su discurso: “Me he dado cuenta de que lo principal es hacer reír a mis compatriotas: HUMOR VERDADERAMENTE ESPAÑOL, SOLO PARA VERDADEROS ESPAÑOLES (las mayúsculas son suyas). Cerremos las fronteras a la comedia extranjera; construyamos muros infranqueables que detengan a humoristas con colores raros y acentos extraños. Hablo de murallas reales, pero también virtuales: pongamos diques a los memes y a los tuits sospechosos, que puedan desencadenar el batiburrillo en la cabeza de los buenos españoles”, escribía Reyes, con sarcasmo, hace pocas semanas. ¿Suena inteligente reírse de Vox por esto en plena “revolución de los balcones”? ¿Les hará menos atractivos? ¿O es un discurso que se dirige a masajear el ego de quienes ya detestan a la formación de Abascal? No olvidemos que Arévalo es un cómico querido en nuestro país, que ha hecho reír a varias generaciones de españoles.

Durante una entrevista para El Salto, revista mensual de izquierda, las humoristas Isa Calderón y Lucía Lijtmaer, que hacen bandera de su feminismo, tenían la honradez de reconocer que estos chistes son para consumo interno de la izquierda ‘trendy’. “¿Creéis que en alguno de vuestros shows ha podido haber algún votante de Vox sentado en una butaca?”, les preguntaba la periodista. “Sinceramente, no. Pero sí ha venido gente del PP”, respondía Lijtmaer. “¡Y se lo pasaron muy bien! Nos dijeron ‘estábamos un poco así pero nos lo pasamos bomba, nos daba igual que nos estuvierais insultando como votantes” y tal”, añadía Calderón. El humor tiene escasa capacidad de movilización política, excepto para convertir al partido ‘burlado’ en una marca más conocida, cercana y cotidiana. Incluso puede convertirse en ese bumerán que ayudó a Trump en 2016. Escuchen los chistes de Calderón y Lijtmaer entre el minuto 12 y 28:30 del programa que adjuntamos más abajo y juzguen ustedes mismos. Más radical y ofensiva todavía fue la estrella televisiva Andreu Buenafuente, llamando “cerdos” a los votantes de Vox en Andalucía.

Pablo Iglesias en “Deforme Semanal”,

Publicidad impagable

El ejemplo más claro de ‘tiro por la culata’ se dio la pasada Nochevieja, durante el programa musical ‘Cachitos de hierro y cromo’. Cuando apareció un clip del cantante Bertín Osborne, los guionistas colocaron un subtítulo donde se leía “La Vox”. ¿Dirían que este ‘chiste’ perjudica o beneficia al partido de Abascal? Adrian Vogel, experto en marketing pop que trabajó mucho tiempo en CBS en Nueva York, tiene clara la respuesta: “Creo que fue Pérez Reverte quien dijo que Vox se nutre de las tonterías de la izquierda. He aquí un claro ejemplo de tontuna. ¿O fue premeditado? ¿La redacción de ‘Cachitos’ es de Vox? Porque lo parece. Esta mañana todos los graciosos oficiales progresistas y de izquierdas alababan la gracieta. Yo, en cambio, cuando lo vi no me hizo ninguna gracia. Lo primero que pensé fue esto será un chorro de votos para Vox, además trending topic. Así fue, según comprobé al mediodía, con más de 32 mil tweets. Parece que no hemos aprendido nada de las campañas de los Trump, Salvini, Bolsonaro…”, lamentaba.

Es obligatorio tener en cuenta que Bertín Osborne es uno de los presentadores más populares de España, cuyos programas arrastran millones de telespectadores se emitan en la cadena que se emitan. En sus mejores momentos, le atienden más de tres millones y medio de españoles, mientras que en los peores no suele bajar del millón ochocientos mil. Asociarle con Vox es una publicidad política impagable, realizada además desde la televisión pública.

Imagen de ‘Cachitos de hierro y cromo’.

Abascal replica a Coque Malla

Un último apunte: el pasado mes de octubre, Coque Malla regañó a Vox por el uso de una de sus canciones en el triunfal mitin en la plaza de toros de Vistalegre. En la página de Facebook del cantante, explicaba que media España pensaba que la letra estaba dedicada a la cocaína, pero que en realidad se inspiró en una pareja de amigos gays que había sufrido homofobia. “Como me cuesta trabajo pensar que ustedes apoyen nada que tenga que ver con la cocaína (nunca se sabe, pero me cuesta trabajo), me inclino a pensar que por fin han abierto sus mentes y han abrazado la causa homosexual. Si es así, les felicito sinceramente; es un ejemplo, que un partido de derechas, apoye la igualdad de derechos y la libertad de elección sexual”, escribía el cantante con sarcasamo. Casi todos lo periódicos del país recogieron el presunto ‘zasca’ y decenas de celebridades progresistas lo retuitearon con alegría. ¿Batalla ganada?

No tanto. Santiago Abascal, líder de Vox, contestó poco después en Twitter, con más contundencia de la que se podía esperar. “No sé bien que nos cuentas, Coque, la droga es muy mala. Pero espero que tampoco se entiendan mucho tus canciones en las que hablas de violar mujeres o de pedir más dinero a papá y a mamá. Que la gente va a creer q eres un niñato misógino .Y eso parece más cierto de lo que insinúas”, escribió el político en Twitter. Se refería al clásico de Los Ronaldos “Sí, sí” (que contiene una frase que parece celebrar una violación) y al himno del grupo “Adiós papá” (donde, efectivamente, se dedican a pedir dinero a sus padres). Al final, lo que parecía un capítulo de ridiculización a la extrema derecha terminó sirviendo para difundir el mensaje de Vox y su “España que madruga”. La réplica de Abascal tuvo un eco mediático mucho menor, confirmando la noción (correcta) de que la inmensa mayoría de los medios no les trata igual que a los demás partidos (que esto sea legítimo o no da para otro interesante debate).

Adiós papá”.

Duda final del artículo: ¿no se deben hacer chistes sobre Vox? En absoluto, ningún político puede quedar libre de cuestionamientos, incluida la burla. El problema que se trata aquí es el elitismo progresista (o directamente ‘progre’). Hablamos de un tic narcisista que puede estar beneficiando a Vox, la formación más pujante del final de 2018 y comienzos de 2019. En realidad, todos sabemos que nadie va a dejar de ser racista, machista o fascista por los insultos ingeniosos de un humorista de barrio pijo o bohemio.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli