Han pasado 25 años desde que el estadounidense Wes Anderson debutó como director con Bottle Rocket (1996), película con la que se dieron a conocer dos de sus actores fetiche: los hermanos Owen y Luke Wilson. Desde entonces, el realizador texano ha sumado un total de nueve títulos a su filmografía -ocho largometrajes y un corto- en los que ha estampado una personalidad narrativa y estética inconfundible. Su paleta de colores protagonista, sus perspectivas simétricas perfectas y sus planos estáticos no encuentran comparación en el cine.
En la pasada edición del Festival de Cannes, y con un año de retraso debido a la pandemia, presentó su última película, The French Dispatch, que en España se estrena este viernes con el título de La crónica francesa y que llega a las salas dispuesta a satisfacer a los fanáticos de su filmografía. Quienes se sientan atraídos por películas como The Royal Tenenbaums, The Life Aquatic o The Grand Budapest Hotel encontrarán aquí otro ejemplo más de su icónico cine.
Sin embargo, un cuarto de siglo después de su ópera prima, merece la pena preguntarse si el director ha llegado al fin de su senda creativa y si la originalidad de sus propuestas empezó hace tiempo a agotarse y a repetirse con mayor intensidad en cada proyecto. O, al contrario, si la explosión de todos sus artificios se debe a que su cine, odiado por muchos y querido por tantos, no tiene complejo alguno y está lejos de extinguirse.
La crónica francesa se presenta como una "carta de amor" al periodismo y está ambientada en la redacción de un diario americano ubicada en una ciudad francesa ficticia del siglo XX. La película se divide en tres apartados, en los que se narran tres de las historias publicadas en la revista del periódico, The French Dispatch. Por el largometraje desfila una larga lista de personalidades del cine -algunos veteranos, otros debutantes-, que incluye a Benicio Del Toro, Frances McDormand, Jeffrey Wright, Adrien Brody, Timothée Chalamet, Léa Seydoux, Tilda Swinton, Mathieu Amalric, Lyna Khoudri, Stephen Park, Owen Wilson o Bill Murray, entre otros.
No hay duda: la singularidad y la capacidad de Wes Anderson para no admitir imitaciones se mantiene intacta. También es justo apuntar que por primera vez introduce el blanco y negro con maestría como una herramienta narrativa más, y que el cuidado por los detalles llega aquí al extremo. Asimismo, y más allá de cuestiones estéticas, lo cierto es que apela al idealismo a través de unos personajes rectos, puros y buenos que rezuman heroísmo y valentía, y es imposible no caer rendido ante ellos.
Sin embargo, a pesar de todo, por momentos puede resultar aburrida y eso es algo que cuesta asimilar en un director tan dinámico, tan vibrante y con un imaginario tan particular. A pesar de su empeño, de lo intrépido que resulta, invita a caer en el sopor en demasiadas ocasiones. Ni siquiera la velocidad de los acontecimientos consigue levantar algunos momentos y todo parece un derroche de ideas, de planos y de actuaciones exquisitas. La belleza tan apabullante y milímetricamente calculada de sus universos paralelos es un caramelo que desaparece cuando uno ni siquiera ha abierto la boca.
Lo triste de todo, también es cierto, es que dejar de creer en Wes Anderson puede ser síntoma de haber perdido la capacidad de disfrutar con el juego, con el placer puro, con las aventuras de unos personajes tan épicos como inocentes que llegan al final de las situaciones con todas las consecuencias.
Wes Anderson en Chinchón
El estreno de La crónica francesa se produce pocas semanas después del final del rodaje de Wes Anderson en la localidad madrileña de Chinchón, hasta donde se desplazaron algunos miembros del reparto, que estará compuesto por los actores Scarlett Johansson, Bill Murray, Tom Hanks, Adrien Brody, Margot Robbie, Tilda Swinton, Jason Schwartzman, Hope Davis, Jeffrey Wright y Liev Schreiber.
Poco se conoce del próximo proyecto, aunque recientemente el actor Bill Murray desveló algunas cuestiones, como el título del proyecto -Asteroid City-. A pesar de contar con un escenario español, lo cierto es que la película no estará ambientada en suelo español, sino en el desierto de Arizona (Estados Unidos).