Ciencia

¿Nos estamos quitando la mascarilla en los lugares equivocados?

Un estudio muestra que relajamos las medidas de protección cuando estamos con amigos o familiares y en las terrazas de los bares Los expertos analizan si tiene que ver con nuestra mayor tasa de contagios.

  • Gente pasea por la calle con mascarilla

A estas alturas de la pandemia, la clave para el contagio ya no está en dónde llevamos la mascarilla, sino dónde nos la quitamos. Un nuevo trabajo del equipo de Clara Prats, de la Universidad Politécnica de Cataluña, ofrece nuevos datos sobre los lugares en que los ciudadanos están llevando las mascarillas y cumpliendo las normas de protección. A partir de un estudio observacional de más de 3000 personas en la ciudad de Barcelona en diferentes ámbitos de la vida pública, los investigadores detectan una tendencia universal a “tomar medidas de protección en frente de personas que no conocemos, pero una relajación con desconocidos”, junto con una ausencia de mascarillas en lugares como bares y restaurantes.

A pesar que España es uno de los países donde más se reporta el uso de la mascarilla, no siempre la llevamos en los lugares donde hay más riesgo. “Lo que vemos es que en los entornos en los que estamos con gente conocida el uso de la mascarilla decae brutalmente”, explica Prats a Vozpópuli. Su estudio se basa en la observación a pie de calle del comportamiento de 3147 personas en Barcelona en cuatro contextos diferentes: caminando por la calle o en tiendas pequeñas con las puertas abiertas (aire libre entre desconocidos), supermercados (espacio cerrado con desconocidos), en las terrazas de bares y restaurantes y en grandes parques y jardines de la ciudad. “Lo que vemos es que en Barcelona donde se utilizan más las mascarillas es en los supermercados (90%) seguido de la calle (70% ), pero en los bares y restaurantes no la lleva prácticamente nadie”, explica Prats. El estudio precisa que detectaron menos de 20 personas que llevaran la mascarilla en estos establecimientos a pesar de haber registrado el comportamiento de más de 900 individuos. Y cinco de estas personas con mascarillas dentro de un bar eran miembros de una misma familia sentados en una mesa. La no obligatoriedad de llevar protección cuando se consume bebida o comida hace que incluso se quiten la mascarilla quienes no consumen nada, según los autores.

“Vamos por la calle con mascarilla pero nos la quitamos para hablar con alguien cara a cara”

En general, los autores del estudio detectan una situación paradójica. “Cuando vamos por la calle el riesgo es mínimo y vamos con mascarilla”, explica Prats, “pero cuando hablamos con una persona cara a cara ahí es donde nos la quitamos”. Esto, junto a la poca distancia interpersonal y el hecho de que hablamos más fuerte, apunta la investigadora, podría ser uno de los muchos factores que expliquen por qué en España se produjo una segunda ola de contagios antes que en otros países, pero desde luego no está claro. En cualquier caso, “no estamos así solo porque usemos mal las mascarillas”, subraya Prats, que junto con su equipo está investigando otros posibles aspectos que expliquen esta diferencia, como si reabrimos demasiado temprano en verano o si la estructura de rastreo es suficiente. Asimismo, los investigadores de la UPC, cuyos informes se remiten a la Comisión Europea, consideran que las observaciones se han hecho en Barcelona no serán muy diferentes de lo que suceda en otras ciudades españolas y plantean que “sería muy valioso medir la adherencia al uso de mascarilla en otros países europeos” y en particular en Italia, donde hay una situación epidemiológica tan diferente.

Uso de las mascarillas en distintos espacios según el estudio realizado en Barcelona

¿Diferentes al resto?

El trabajo de Prats no es el único que está poniendo el foco en estas posibles diferencias con otros países. La investigadora Nuria Oliver, que lidera la encuesta de una encuesta sobre el impacto de la covid que lleva casi 280.000 respuestas desde el inicio de la pandemia, también señala esta posible diferencia en el uso de mascarillas. “Quizá nos estamos enfocando demasiado en el uso en los lugares donde es visible, y en los sitios donde no se te ve, un bar, un restaurante, una oficina, a lo mejor no la llevamos”, explicaba recientemente en una entrevista con Vozpópuli. Su encuesta, que tiene miles de respuestas en otros países como Italia, México, Brasil y Suecia, no muestra grandes diferencias en el uso reportado de mascarilla y el distanciamiento social por parte de los ciudadanos en distintos países, aunque sí hay ligeras diferencias en lo que se refiere a la percepción de los lugares que suponen un mayor riesgo.

Uso de mascarillas y distanciamiento en distintos países

En un hilo de la red social Twitter, el epidemiólogo de la Universidad de Harvard Miguel Hernán, uno de los expertos que ha asesorado al Gobierno español durante la pandemia, analizaba recientemente las diferencias de la vuelta a la normalidad en dos de las ciudades más afectadas, Madrid y Nueva York. Y uno de los puntos que destacaba era la reapertura de los restaurantes en los que se puede comer o cenar en espacios cerrados, “una de las principales fuentes de contagio”, según Hernán. En concreto, el epidemiólogo destacaba que en Madrid se abrieron los restaurantes para cenar al 60% de su aforo desde junio y en Nueva York siguen en proceso de ir abriendo.

Un grupo de personas en una terraza sin mascarilla

En este tipo de espacios cerrados, según el especialista en aerosoles de la Universidad de Colorado, José Luis Jiménez, no llevar mascarillas podría “aumentar el contagio 4 o 5 veces más que si se llevase”. Aún así, las medidas y el cumplimento de las medidas de protección en público son muy variables en distintos lugares. En Estados Unidos, como explica la viróloga Angela Rasmussen a Vozpópuli, uno puede encontrarse una gran variedad según la zona. “En algunos lugares como Nueva York o Seattle la gente lleva la mascarilla en todas partes”, señala. “En otros la gente no lleva mascarillas en absoluto. Es muy inconsistente”.

El sesgo de la cercanía

Para el investigador español Josep García-Alamino, doctorado en Medicina Basada en la Evidencia en la Universidad de Oxford, todavía no hay una explicación clara del por qué en España tenemos el actual número de casos en comparación con el resto de países de Europa. A su juicio, el resultado registrado por el equipo de Prats en Barcelona, con esa caída del uso de la mascarilla a valores muy bajos cuando estamos con conocidos, podría explicarse por varios sesgos cognitivos. “Una valoración sesgada similar ocurre por ejemplo con la realización de conductas de riesgo sexual”, explica. “Teniendo relaciones sexuales sin protección, al asumir que determinada persona no puede transmitir una enfermedad como el sida por el hecho de tener un determinado estatus social o una determinada profesión". En el caso de la covid, según García Alamino, ese sesgo tiene lugar con los familiares o conocidos, al interpretar que alguien de nuestra familia no puede estar infectado o que conocemos de manera muy profunda a nuestros conocidos y sabemos que no llevan a cabo prácticas de riesgo. "El hecho de ser asintomático y la persona infectada por SARS-CoV-2 no tenga ningún signo característico externo, también juega un papel importante”, explica a Vozpópuli.

“Una valoración sesgada similar ocurre por ejemplo con la realización de conductas de riesgo sexual”

Otros sesgos que también podrían influir son el de superconfianza al sobreestimar la seguridad que tenemos en nuestras propias decisiones el de confirmación, donde la persona va a buscar cualquier evidencia que confirme una idea que se tiene, como haber conocido casos que no han utilizado mascarillas y no se han infectado. “Aunque probablemente el sesgo que más influye es el error a la valoración del riesgo cosa que a los humanos nos cuesta mucho”, matiza el investigador español. ¿Y es posible cambiar esta percepción y ayudar a que la gente se proteja más en círculos cercanos? En otras áreas, recuerda, se han utilizado técnicas para modificación de la conducta social, en las que se pueden realizar intervenciones grupales o campañas a nivel poblacional que influyan en la modificación de la conducta. “Hasta ahora, en esta pandemia, sobre todo las técnicas para cambiar el comportamiento han sido más de tipo punitivo y recurriendo a medidas legales. Quizás ya es el momento, y sobre todo pensando en la prolongación de esta pandemia, de recurrir a intervenciones conductuales”.

Referencia: Analysis and prediction of COVID-19 for EU-EFTA-UK and other countries. Situation report 128

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