Casi terapéutica, la arena de la playa se convierte en un espléndido comodín para hacer deporte en verano, pero no son todo beneficios lo que nos espera si nos pasamos con el ejercicio. Más blanda o más compactada, amén de pequeñas agresiones que podamos encontrar con piedras, conchas o algún desaprensivo cristal -cafres nunca deja de haber-, caminar descalzo por la playa no es necesariamente una buena idea, aunque si es con moderación, tiene mucho bien que hacernos.
Ya te hemos hablado en otras ocasiones de los riesgos que entraña prescindir del calzado durante el verano. Entre ellos, hablamos de infecciones causadas por bacterias y hongos, amén de agresiones físicas directas, incluso topando con picaduras de diversos insectos o animales. A ello se suma un factor diferencial, como son el agarre, la amortiguación y la tracción, que facilitan también la sujeción del tobillo y minimizan la aparición de esguinces o torceduras. Motivos por los cuales las chanclas y sandalias, amén de otros calzados de verano, no son los mejores amigos de nuestra salud podal.
Todo esto provoca que nuestros pasos en la arena debamos darlos con cierta cautela, aún con las ventajas que le concedemos a una actividad tan saludable como es caminar, pero a la cual hay que ponerle alguna cortapisa para que no se convierta en un hipotético peligro para la salud.
Los beneficios de caminar por la playa
Todo lo que sea movernos nos va a hacer bien, eso es innegable. Sea en caminos de tierra, en la acera de nuestro barrio o por la arena de nuestra playa favorita, un buen paseo es un ejercicio cardiosaludable, accesible y asequible que nos permite fortalecer músculos y aumentar nuestra capacidad aeróbica, además de combatir el sobrepeso.
Además, en ese fortalecimiento muscular, debemos hablar de una ventaja añadida respecto a otras superficies, ya que la arena húmeda y compactada de la playa es más amable con la pisada, por lo que no sufre tanto el talón en cada descarga. Esta suavidad también permite que, en el caso de que corramos, los apoyos no sean tan duros como hacerlo sobre asfalto o sobre pavimentos urbanos, que suponen mayores riesgos para nuestras articulaciones.
Famosas son también sus virtudes para aliviar ciertos problemas respiratorios. El agua salina ayuda a eliminar la obstrucción nasal, producto de catarros o de sinusitis, despejando las vías respiratorias y acabando con el exceso de mucosidad, lo que también reporta en ciertas mejores de la función auditiva, lo cual también remarcan desde Laboratorios Quinton, compañía biotecnológica dedicada a la elaboración de especialidades naturales a base de agua de mar.
También relacionada con la salinidad y en parte con la insolación, caminar por la playa puede acarrear ciertas virtudes a personas que padezcan psoriasis, vitiligo y cierto tipo de alergias cutáneas, donde la sintomatología se reduce. Del mismo modo que ciertos tipos de alergias otorrinolaringológicas como los pólenes o los acaros, donde son frecuentes la rinorrea o los estridores, se ven reducidas por la presencia del agua de mar y la brisa que le acompaña.
Todo ello se acompaña de otras virtudes, incluyendo la reducción de dolores articulares y reumáticos, como la artritis y la artrosis, aunque en cualquier caso, no se debe solo al agua de mar, sino a una serie de factores donde afecta la presión atmosférica, el sol o el propio agua. En ese sentido, también es conocido el efecto que el agua tiene para aliviar ciertos problemas circulatorios, o incluso el hecho de exfoliar las durezas y helomas de los pies, donde la mezcla de arena y agua es la encargada de ese pulido natural.
Pero todo debe hacerse con precaución, lógicamente...
Las precauciones de caminar por la playa
Como en tantos otros deportes o actividades, la clave está en no propasarse con los esfuerzos el primer día y dejarse llevar. Esta aclimatación, aunque nos cueste, es fundamental para que la arena de la playa no cause estragos en nuestra salud, principalmente cuando hacemos deporte descalzos, que es lo más habitual cuando estamos en ella.
Por eso, igual que en otros ejercicios, es importante ser constante y no excederse porque hay ciertos problemas aparejados a caminar por la playa, sobre todo relacionados con prescindir del calzado. El primero es la irregularidad del terreno, sobre todo si nos habituamos a caminar por la arena blanda y seca, la cual hace que nuestros pies y talones se hundan más y exijan más fuerza para dar cada paso. Además, debido a ese terreno inestable, exigimos a nuestros ligamentos y tendones mayores índices de torsión, lo cual puede provocar tendinopatías y lesiones ligamentosas como esguinces.
En este sentido, la recomendación pasa por caminar por la arena más compactada y preferiblemente con algún tipo de calzado que asegure la sujeción del tobillo. El problema con este tipo de arena, generalmente la más pegada al agua, es que implica también un cierto grado de pendiente -no muy exagerado-, pero sí obliga a que nuestros pies no circulen en el mismo plano, creándose diferencias en el apoyo de uno y otro, lo cual también aumenta el riesgo de lesión.
Lógicamente, como en tantos otros deportes, no será el mismo efecto el que tengamos sobre nuestras articulaciones si estamos familiarizados con la actividad física. Por el contrario, si no hacemos deporte nunca y esperamos a verano para ponernos en forma, nuestro cuerpo requerirá de algo de paciencia, por lo que intentar que el primer día aguantemos con facilidad las caminatas playeras será muy complicado. Por eso, si pretendemos también correr, será siempre mejor que lo hagamos calzado para prevenir ese tipo de lesiones.
Por este motivo, lo ideal es familiarizarse poco a poco en pequeños paseos e ir prescindiendo del calzado también de manera paulatina, aunque no es 100% recomendable si hemos tenido episodios de esguinces o torceduras relativamente recientes.