Tener estrés en la época en la que vivimos es totalmente normal. El trabajo, los quehaceres de la casa, la familia, intentar hacer algo de vida social, no pensar mucho en la pandemia mientras existen cientos de restricciones y las noticias no paran de fusilarnos con datos y datos sobre el coronavirus... Lo raro sería que alguien estuviera perfectamente y no sintiera algo de ansiedad.
La gente tiende a pensar en el estrés como en algo que les ayuda a continuar y ser más fuertes (incluso lo ponen de ejemplo como premio) o como un enemigo despiadado, pero realmente es una respuesta humana a situaciones desafiantes o peligrosas.
Cuando tu cerebro detecta una amenaza, como un coche que se acerca hacia ti o la fecha límite de la entrega de un trabajo, le indica a tu sistema nervioso simpático que libere sustancias químicas como adrenalina y cortisol en el torrente sanguíneo. Estas hormonas del estrés activan tus músculos, aumentan tu frecuencia cardíaca y tu respiración y te dan energía para ayudarte a reaccionar rápidamente y abordar la situación.
Pero si es tan bueno y es una respuesta corporal normal, ¿por qué hay que reducirlo? Porque puede aparecer de muchas formas y se vuelve muy problemático a largo plazo. De hecho, cuando el estrés se convierte en crónico provoca mucho más daño en el organismo: desde una mayor susceptibilidad a los resfriados y la gripe (y defensas bajas contra la covid-19), dañar a tu cerebro y hasta más riesgo de padecer enfermedades cardíacas.
Muchas personas no se dan cuenta de la cantidad de estrés que tienen hasta que de repente se les cae el pelo, tienen psoriasis o pierden los nervios. En otras ocasiones, pasan tantas cosas agobiantes que exigen atención y que suceden una tras otra que podemos pasar de sentirnos tranquilos a estar completamente abrumados con una velocidad sorprendente.
Reconoce las señales y aprende a decir 'no'
Existe una amplia gama de posibles señales y síntomas que pueden estar asociados con el estrés como dolores de cabeza, malestar estomacal e indigestión y problemas para dormir. Muchas personas también descubren que se vuelven muy sensibles y tienen problemas para regular sus emociones.
Desafortunadamente, la mayoría de estos signos son bastante inespecíficos: pueden estar asociados con muchas enfermedades y afecciones diferentes, por lo que puede ser complicado identificar cuándo es por culpa del estrés. Y por supuesto debes consultar a un médico si durante un tiempo te encuentras muy mal.
Todos tenemos situaciones o personas particulares que nos estresan más. Algunas son fácilmente identificables y pueden evitarse. Sin embargo, a veces el agobio puede acumularse con el tiempo y ser el resultado de un patrón de incidentes o eventos en lugar de un desencadenante único.
Una causa común es tener demasiadas cosas que hacer y muy poco tiempo para realizarlas. No obstante, incluso en esta situación, muchos estarán de acuerdo en asumir más responsabilidades. Para aprender a decir 'no' debes comprender por qué te resulta tan difícil. Para algunos es porque quieren ayudar y están tratando de ser amables y agradar y para otros es el miedo al conflicto, al rechazo o a la pérdida de oportunidades, pero recuerda que estas barreras son todas creadas por ti mismo.
Hazlo todo más despacio para reducir el estrés
Está claro que eres una persona nerviosa y que no puedes parar de hacer mil cosas a la vez, pero ya sabes que menos es más. Independientemente de lo que estés haciendo en cualquier momento, reduce la velocidad en un 25%, ya sea pensando, escribiendo en un teclado, navegando por internet, haciendo un recado o limpiando la casa. Elige algunas tareas para experimentar y empezar a hacerlo.
Si no estás atento, seguro que empezarás lentamente de nuevo a coger carrerilla hasta que te muevas a a toda velocidad. A veces corremos sin ningún tipo de motivo por lo que debes ser consciente en todo momento y ponerte límites. Cuando te des cuenta, respira hondo y repite las palabras del sabio chino Lao Tse: "No hacer nada es mejor que estar ocupado sin hacer nada".
Sé racionalmente optimista
El estrés mental comienza con la percepción de tus experiencias. Por ejemplo, la mayoría de las personas se agobian cuando sienten que su realidad está equivocada de alguna manera. Esencialmente, tienen una idea fija de cómo deberían ser las cosas en un momento dado y cuando la realidad termina siendo distinta (ni siquiera necesariamente mala), se estresan.
Este proceso es simplemente el resultado de cómo vemos las cosas y se puede solucionar fácilmente reconociendo que, aunque la vida no siempre vaya como creemos que debería, aún puedes beneficiarte del momento y encontrar cosas por las que estar agradecido.
De hecho, una vez que se reconoce que todo en la vida sucede en última instancia para tu propio crecimiento, progreso y desarrollo y para que puedas alcanzar sus metas y sueños, tu percepción mejora y funciona a tu favor. Pronto procesas y respondes a tus experiencias de manera diferente, para tu beneficio. Esa es la esencia de volverse racionalmente optimista.
Algunos pueden encontrar difícil cambiar de pesimistas a optimistas. Para comenzar, intenta escribir tres cosas buenas que te suceden cada día para que organices tu forma de pensar y encuentres momentos de gratitud. Tranquilo, no es necesario estar todo el día pensando en Mr Wonderfull, pero pequeños cambios provocan grandes avances.
galaxyS9+
Ir a un templo y rezar un Padre Nuestro entendiendo lo que se dice, para los sofisticados pueden leer "!the secret of the golden flower" que se adapta a todas las religiones.