Durante las vacaciones nos olvidamos de las obligaciones, incluso las sanitarias, diciendo adiós a nuestros médicos y a nuestros trabajos. Entendemos que de todos los planes que tenemos al volver de vacaciones quizá el que menos apetezca sea ir de médicos, pero la realidad es que los excesos del verano, si no se ponen bajo un cierto control, pueden acabar convirtiéndose en elementos indeseables para nuestro cuerpo.
Hablamos de una época en la que, por regla general, hacemos casi todo mal -en lo tocante a salud-. Por un lado, atracones culinarios y copas de más, lo cual hará que nuestra figura y también nuestros análisis puedan resentirse. Por el otro, sol a gogó, razón de más para que echemos un vistazo a nuestra piel con ayuda de profesionales para vigilar lunares, granitos y alguna posible insolación.
Lejos no se quedan algunos restos de posibles infecciones que hayamos acumulado durante estas fechas, pudiendo quedarse otitis, conjuntivitis y faringitis mal curadas en la recámara, a priori enfermedades menores, que sin embargo no deberíamos dejar detrás.
A ello se suma la no menos importancia relevancia de la salud mental, importantísima para que el síndrome postvacacional no nos afecte, aunque no solo el retorno puede ser amargo. Algún roce durante el verano con la pareja, con la familia o con los amigos puede ser un punto a tratar cuando estemos de vuelta y que no pase a mayores.
Una incursión en la consulta de la que los dientes también pueden dar cuenta. Nuestras rutinas de higiene dental tampoco son las mejores durante las vacaciones, sobre todo por el carácter lúdico y fuera del hogar de muchas comidas. Una pista a seguir para no dejar que diversas patologías no nos compliquen a corto plazo, pudiendo resolverlas con una simple revisión.
Seis médicos especialistas a los que visitar tras las vacaciones
No es raro que tengamos que recurrir, aunque sea de manera puntual, a un servicio de Urgencias durante las vacaciones, ya sea para nosotros o para nuestros hijos, o tener que figurar como 'desplazado' para que nos atiendan en la Atención Primaria de nuestra segunda residencia.
Ya sea para nosotros o para los menores de la casa, una pequeña lesión o molestia en vacaciones que remite sin apenas notarlo, puede ser también un motivo de consulta médica a nuestro regreso si los dolores no persistieran.
Hablamos de una época del año donde, además de hipotéticos excesos, también corremos algunos riesgos como excedernos con las horas de sol o con el deporte, más aún sin estar habituados. Por ello, aunque no podemos acudir a un chequeo exhaustivo después de deshacer la maleta, al menos sí deberíamos pasar por unas cuantas consultas y, a ser posible, con un análisis de sangre previo.
Endocrinólogos
Vigilar lo que comemos, cómo nos sienta y cómo nos presentamos a la vuelta de vacaciones bien merece la visita a un endocrino, sobre todo si tenemos patologías previas como hipotiroidismo o sospechamos que podemos tenerlas cuando subimos de peso con facilidad y sin motivo aparente. Conviene en cualquier caso distinguir entre un endocrino (médico y titulado en Medicina bajo la especialidad de Endocrinología) con otros profesionales que también tienen vinculación con la nutrición y que no tienen por qué ser médicos como los nutriólogos, los nutricionistas o los dietistas.
Esto no significa que su consejo no sea válido, ya que también podemos acudir a estas consultas si notamos que venimos de verano con unos kilos de más. En todo caso, la recomendación de que vigilemos mediante análisis rutinarios ciertos parámetros como el perfil lipídico (que nos aportará información sobre colesterol y triglicéridos) y el perfil hepático (que nos informa de cómo está nuestro hígado). Esta última especialmente recomendable si tenemos ciertas patologías previas como el hígado graso o una predisposición a enfermedades relacionadas con éste, tengan o no que ver con el abuso del alcohol.
Dermatólogos
Es una de las consultas más concurridas cuando septiembre llega, siendo muchos los pacientes que, como vulgarmente se dice, solo se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena. En este caso hablamos de un especialista destinado al cuidado de la piel, siendo ésta uno de los órganos que más maltratamos en verano, sea consciente o inconscientemente.
No hablamos solo de obviedades como quemaduras solares que hayan cicatrizado mal o bien, o proliferación de lunares y manchas solares que obedezcan exclusivamente a criterios estéticos. También hablamos de patologías que el envejecimiento puede acelerar, la formación de arrugas o, en ese criterio visual, de pieles más débiles y deshidratadas, las cuales sufren más de la cuenta si no les prestamos atención a la vuelta de las vacaciones.
Oftalmólogos y oculistas
El mar, la arena, el sol, el cloro, el viento... Los agentes hostiles contra nuestra salud ocular hacen el agosto a nuestra costa, muchas veces en modo de infecciones como la conjuntivitis bacteriana -aunque también puede ser vírica-, debida a la presencia de numerosos patógenos presentes en nuestro día a día.
Aunque nos hayamos librado de ellas, el verano es especialmente cruel con los ojos, ya que los reseca sobremanera, razón por la que visitar al oftalmólogo (aún siendo personas que no dependen de gafas o lentes de contacto) no es una mala idea para comprobar si una conjuntivitis mal tratada se puede convertir en una conjuntivitis de repetición o si, tras demasiadas horas de sol, empezamos a dar señales del síndrome del ojo seco.
Otorrinolaringólogos
La más impronunciable de las especialidades médicas, afortunadamente sintetizada en otorrino, también suele ser una consulta habitual cuando volvemos de las vacaciones. Especialmente ocurre en el caso de los menores de edad, ya que las otitis están a la orden del día allí donde haya piscinas o playas, pero también para tragar enfermedades de la garganta.
Es común que haya también ciertas inflamaciones como la faringitis o la laringitis, por cuestiones tan básicas como el exceso de aires acondicionados, que resecan la garganta, o por elevar más el tono de voz, e incluso por consumir bebidas demasiado frías. Sea como fuere, adultos y niños pueden ser carne de otorrino durante el mes de septiembre, más aún si además hemos percibido una falta de audición durante el verano, lo cual puede ser frecuente ya que es una época especialmente ruidosa. Razón extra para vigilar el tinnitus (acúfenos), que también encuentran en las actividades acuáticas un motivo más para aparecer.
Odontólogos
Pocos tesoros se valoran más que un buen médico que conozca nuestro historial y sepa a qué nos atenemos cuando vamos a su consulta. De todos ellos, quizá el odontólogo, por el hecho de ser de libre elección, sea uno de los profesionales en los que más valoramos la confianza y el conocimiento que tiene de nuestra propia boca, siendo poco frecuente que alternemos de uno en otro -si los resultados acompañan-.
Por desgracia, no somos muy fieles a sus recomendaciones durante el verano. Comemos más fuera de casa, más cantidad y picamos a menudo entre horas, a lo que hay que sumar un exceso de azúcares y de bebidas dulces o carbonatadas a modo de refresco, por lo que los cepillos de dientes brillan por su ausencia a menudo.
Sucede así que tras volver a casa encontramos alguna incómoda caries, quizá algún diente que se haya torcido o fisurado ligeramente, e incluso que nuestras prótesis dentales se hayan visto mermadas. Como es habitual, no dejamos estos aparatos en manos del primer dentista de guardia que encontramos de vacaciones, así que posponemos la tarea al regresar, cuando quizá sea demasiado tarde.
Con celeridad o sin ella, la realidad es que acudir a la consulta del odontólogo es bastante recomendable tras volver de las vacaciones para ponernos al día, comprobar que todo está en orden, o, si no lo estuviera, ponerle remedio cuanto antes.
Psicólogos
Puede que te fueras de vacaciones con el síndrome prevacacional a cuestas, regreses y de bruces te topes con el síndrome postvacacional. Síndrome va, síndrome viene, la realidad es que están muy conectados, ya que los síntomas son parecidos: irritabilidad, baja autoestima, ansiedad, estrés, cambios de humor repentinos, pérdida de apetito...
Enfrentarse al retorno, a una rutina que no siempre nos satisface y despedirnos del ocio no es fácil, pero seguramente sea más fácil con la ayuda de un profesional. Más aún si durante este período lúdico hemos tenido pequeños roces, ya sean con nuestra pareja, con nuestra familia o con los amigos, ya que nos vemos 'obligados' a pasar más tiempo con ellos, lo cual puede desencadenar ciertas fricciones.
Evitar que estas situaciones se cronifiquen y hagan bola, sin hablarlo o sin poner remedio, solo puede suponer que se vayan acumulando y acaben estallando en el futuro con mucha más intensidad, por lo que mejor echar el freno antes de que esto ocurra.