Encargado de sintetizar la bilis, un líquido que ayuda a descomponer las grasas y las prepara para su digestión y absorción, el hígado es uno de los órganos más importantes para la actividad metabólica del organismo, por lo que es indispensable mantenerlo en buen estado para un correcto funcionamiento de nuestro cuerpo. Sin embargo, en muchas ocasiones, es uno de los grandes olvidados. Sobre todo porque sufre afecciones, en ocasiones silenciosas, como la enfermedad del hígado graso.
Según la Asociación Española para el Estudio del Hígado, entre el 20 y el 25 por ciento de la población de nuestro país tiene el hígado graso, “una patología que constituye la tercera causa de cáncer de hígado”, y que, según José Luis Calleja, presidente de la AEEH, se puede convertir en la primera en una década, dado el avance de su prevalencia.
El hígado graso puede desarrollarse por diferentes motivos. Uno de ellos es el consumo excesivo de bebidas alcohólicas, uno de los factores más frecuentes de esta patología. Este órgano se ocupa de descomponer el alcohol que se ingiere para eliminarlo del cuerpo, lo que puede generar sustancias que dañan las células del hígado.
En otros casos, están relacionados con factores como una dieta poco saludable, una vida sedentaria, obesidad, enfermedades metabólicas o incluso exceso de colesterol.
¿Qué es el hígado graso no alcohólico?
Tal y como señala la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, se trata de “una enfermedad generalmente benigna que se caracteriza por el depósito excesivo de ácidos grasos en las células del hígado”. Además, señala que la mayoría de las personas que sufren de hígado graso no alcohólico se encuentran asintomáticos, por lo que el diagnóstico se suele realizar tras detectar unos niveles altos de transaminasas en una analítica, o el hallazgo casual a través de una ecografía abdominal.
Según la SEEN, el tratamiento de esta patología consiste en controlar los factores de riesgo, entre los que, sin duda, una incorrecta alimentación es uno de los más importantes en el desarrollo y progresión del hígado graso no alcohólico.
Los alimentos que debes evitar si tienes el hígado graso
Así, tal y como apuntan los expertos, es importante no solo alimentarse correctamente para tratar el hígado graso. También es necesario eliminar estos alimentos de la dieta diaria:
-Alcohol: considerado uno de los mayores tóxicos para el organismo, el alcohol es un claro enemigo del hígado, encargado de metabolizarlo. Su consumo excesivo puede favorecer su transformación en grasa que se acumula en el hígado provocando inflamación y creando sustancias que destruyen las células.
-Carne roja: su alto contenido en grasas saturadas favorece el desarrollo del hígado graso. Así, aunque la Organización Mundial de la Salud recomienda consumirlo de manera moderada, en casos de personas con esta patología, es preferible evitarlo.
-Embutidos: al igual que la carne roja, los embutidos contienen una gran cantidad de grasas saturadas perjudiciales para la salud y para el hígado.
-Azúcar: una dieta rica en azúcar favorece la acumulación de grasas en el hígado. Así, es importante evitar los alimentos con un índice glucémico alto como el pan blanco, el arroz o las patatas. Además, es aconsejable evitar los alimentos con ricos en azúcares simples, como los refrescos, o los zumos industriales.
-Sal: además de ocasionar retención de líquidos, el consumo excesivo de sal obliga al órgano a trabajar por encima de la función habitual, lo que puede provocar problemas hepáticos.
-Lácteos con leche entera: aunque recomendada por los expertos en situaciones óptimas de salud, si se padecen problemas de hígado es mejor optar por lácteos bajos en grasa. Así, algunos quesos como el cheddar, el de cabra o el Gruyère, estarían ‘prohibidos’.
-Bollería industrial: es recomendable evitar los alimentos ultraprocesados, entre los que se encuentra la bollería industrial, con alto contenido en grasas y azúcares.
Qué comer para tratar el hígado graso
Al igual que existen alimentos que hay que evitar si se tiene hígado graso, también existen otros beneficiosos que ayudan a prevenirlo y tratarlo. Alimentos recomendados por los expertos como parte de una dieta saludable y equilibrada que, para esta patología, también son idóneos.
Es el caso de las frutas y verduras; grasas saludables como el aceite de oliva o el pescado azul; los frutos secos, como el caso de las nueces, ricas en ácidos grasos omega 3 que ayudan a mantener a raya el colesterol, los triglicéridos y la hipertensión; los cereales integrales; las proteínas magras como el pollo y el pavo; las legumbres, con alto contenido en fibra; o el café, que, según apuntan los estudios, reduce la acumulación de grasa en este órgano ejerciendo un efecto protector.