En España cada día somos más viejos. Hay menos natalidad y la esperanza de vida es mayor. ¿Resultado? Más personas ancianas a las que hay que cuidar. El problema, por llamarlo de algún modo, es que los encargados de apoyar y sostener a estos familiares mayores ven cómo sus carreras se truncan y sus vidas se paran. Y sí, la mayoría de estos cuidadores no profesionales son mujeres.
De las excedencias solicitadas en 2016 para atender a un familiar, el 90,87% fueron pedidas por una mujer, según datos del Ministerio de Empleo. Y de las 400.000 personas que asisten a personas dependientes en el ámbito familiar, el 89% son mujeres, según el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Además, según la Encuesta Merck sobre esta situación, publicada este martes (Día Internacional del Cuidador), en España hay 2,3 millones de personas dependientes, atendidas en su mayoría (80%) por cuidadores no profesionales que son mujeres.
Las mujeres dejan sus trabajos para cuidar de un familiar
Tras encuestar a 506 cuidadores no profesionales residentes en España, la encuesta realizada por Merck concluye que la asunción del rol de cuidador tiene un impacto desigual en la carrera profesional de hombres y mujeres: el 35% de ellas frente al 32% de ellos siente que su carrera se ha visto afectada desde que es cuidador no profesional, a pesar de que reducirse la jornada es más frecuente entre los cuidadores que entre las cuidadoras (37% vs 29%).
De las 400.000 personas que asisten a personas dependientes en el ámbito familiar, el 89% son mujeres, según el Ministerio de Sanidad
Sin embargo, son más las mujeres que dejan su trabajo para atender a una persona dependiente (19% vs 15%). Además, el cuidado de un familiar dependiente es una responsabilidad que las mujeres asumen a largo plazo (>10 años: 27,1% mujeres vs 23,5% hombres).
Efectos secundarios de ser cuidador no profesional
Cuidar de otra persona tiene un impacto negativo en la salud de las mujeres a todos los niveles: físico y psicológico. El 80% de las cuidadoras encuestadas reconoce que su estado físico se ha resentido, frente al 66% de los cuidadores.
Ellas reportan más cambios en su peso (72% vs 63%), más cansancio (82% vs 72%) y falta de tiempo para hacer deporte (77% vs 68%), atender su propia higiene (50% vs el 42%) y citas médicas (68% vs 65%). Incluso hay más mujeres que hombres que han comenzado a fumar o beber alcohol diariamente desde que son cuidadoras no profesionales (36% vs 33%).
Cuidar de otra persona tiene un impacto negativo en la salud de las mujeres a todos los niveles: físico y psicológico
En lo psicológico, también son más las que tienen ansiedad (73% vs 62%) o depresión (61% vs 44%), algo en lo que seguramente influye el hecho de que cargan con la responsabilidad en solitario: el 46% de las cuidadoras no recibe ayuda alguna, frente al 37% de ellos, de hecho, a un 37% (vs 28%) le preocupa pedir ayuda.
Reivindicar este papel en la sociedad
Lo peor de todo esto es que los datos no son esperanzadores. En nuestro país ya hay 8,6 millones de personas mayores de 65 años, la cifra más alta registrada en décadas, pero irá a más. Según el INE, en 2066 serán más de 14 millones, es decir, el 34,6% de la población del país. Y si aumentan las personas ancianas se incrementa el número de cuidadores, que tienen que 'aparcar' sus vidas para dedicarse a ello. Un círculo vicioso en el que nadie parece salir ganando.
Por ello, reivindicar el papel de cuidador no profesional es esencial de cara al presente pero sobre todo al futuro. Este ha sido el motivo por el que Merck ha realizado la encuesta: pretende visibilizar esta realidad oculta.
En nuestro país ya hay 8,6 millones de personas mayores de 65 años, la cifra más alta registrada en décadas, pero irá a más
Una realidad, de hecho, que la ONU estima que, de tener valor económico, estos cuidados y el trabajo doméstico realizados en el hogar representarían entre el 10 y el 39% del PIB.