El ácido hialurónico es uno de los 'reyes' del mundo de la belleza de este siglo y hoy se utiliza como principio activo en multitud de cremas antiedad y su uso está democratizado en la medicina estética. Algunos hasta lo han llamado la molécula de la juventud pero sus usos van mucho más allá de los conocidos ‘pinchazos’ rejuvenecedores que se pueden aplicar en el rostro para decir adiós a las arrugas.
Esta sustancia la encontramos en numerosos tejidos y órganos como en la epidermis, los cartílagos o en los ojos. Una de sus propiedades más importantes es la capacidad para atraer y retener el agua, lo que propicia que estos tejidos se mantengan en buenas condiciones durante más tiempo.
Pese a que el cuerpo lo produce de manera natural, a partir de los 35-40 años, su síntesis por parte del organismo se va reduciendo, y a partir de los 50 años en el organismo solo queda la mitad del ácido hialurónico corporal, por lo que el envejecimiento empieza a hacer acto de presencia paulatinamente en nuestra piel (por falta de hidratación y elasticidad) y también en las articulaciones (los cartílagos se vuelven más rígidos, con mayor posibilidad de rotura o artrosis).
Existen dos tipos de AH: el reticulado, en forma de gel y que mantiene la estabilidad hasta nueve meses; y el no reticulado, líquido y que conserva su estabilidad durante solo tres meses. Estos son los más utilizados tanto en medicina estética como en otros usos relacionados con la salud. Normalmente suele aplicarse de manera inyectada, pero también en fórmulas orales e incluso bebido o en píldoras.
El uso más común de esta sustancia es en el ámbito de la cirugía y medicina estética, ya que su acción reestructurante y de regeneración celular permiten combatir el engrosamiento de la piel logrando un efecto lifting y una mayor firmeza en la piel que se ve más tersa y sin arrugas. Los mejores resultados son en zonas más pequeñas del rostro como labios, pómulos o dorso nasal, pero también se usa para rejuvenecer manos y pies.
Aliado para las articulaciones
Uno de los beneficios principales del ácido hialurónico es su propiedad regeneradora, por lo que hay algunos complementos alimenticios y nutricionales que contienen esta molécula. Su uso es habitual entre las personas que practican deporte de manera habitual y también es recomendable durante la edad madura.
En medicina, entre las propiedades que tiene están facilitar el traslado de las células a zonas lesionadas y participar en el proceso de cicatrización, así como actuar de lubricante en las articulaciones (rodillas, tobillos, hombros).
Gracias a este ‘poder’ beneficioso para nuestros huesos, se utiliza también de manera inyectada para tratar enfermedades de carácter degenerativo como la artrosis, ya que ayuda también a que se reduzca el nivel de dolor y al mismo tiempo actúa como un regenerador de los cartílagos, fundamentales para mantener unos huesos más fuertes y con menos posibles fracturas. Además, reduce la sensación de fatiga o agotamiento muscular.
En el caso de deportistas de élite, se usa para recuperar con mayor celeridad las lesiones articulares y también para sustituir el líquido sinovial (un líquido espeso que se encuentra en las articulaciones y amortigua los extremos de los huesos y reduce la fricción cuando las articulaciones se mueven) que se pierde al llevar a cabo artroscopias (un procedimiento quirúrgico común en el cual una articulación se visualiza usando una cámara pequeña).
Ácido hialurónico como cicatrizante
Una de las propiedades de esta molécula es su poder cicatrizante por lo que puede ser usado para que una herida se cure de forma más rápida. Es perfecto para regenerar tejidos después de alguna lesión y también en intervenciones odontológicas, ya que favorece la regeneración de las encías, la mucosa oral o las articulaciones de la mandíbula.
Para este beneficio, el ácido hialurónico suele incluirse en formulaciones tópicas (normalmente cremas) destinadas a tratar abrasiones, quemaduras, incisiones post quirúrgicas o úlceras.
Un cabello más hidratado
También es habitual su uso para rehidratar y sanear el cuero cabelludo, ya que favorece que la fibra capilar se mantenga en buenas condiciones. Existen muchos champús que incluyen esta molécula en su fórmula porque penetra en el interior de los bulbos pilosos encargados de hacer que crezcan nuevos cabellos.
Favorece también la eliminación del encrespamiento y mantiene el cabello más liso durante más tiempo. Está especialmente recomendado para personas con el pelo fino, ya que da volumen y repara la pérdida de densidad.
Rejuvenecimiento íntimo
La piel de todo el cuerpo sufre las consecuencias del paso de los años y también lo hacen los genitales femeninos. Otro de los usos del ácido hialurónico es, por ejemplo tras dar a luz, para recuperar volúmenes o pequeños defectos físicos producidos tras un parto natural. Además, también puede utilizarse para reforzar tejidos de los esfínteres y evitar de este modo posibles pérdidas de orina que se puedan sufrir tras un embarazo. Por supuesto, siempre es recomendable consultar con un médico especializado para que indique cuál es el tratamiento más adecuado.
También en el caso de las mujeres, durante la menopausia se suele dar una mayor sequedad en las mucosas y esto puede llevar a que las relaciones sexuales sean dolorosas o con molestias físicas. La aplicación de esta molécula ayudaría a mejorar la lubricación y con ello a tener una actividad sexual más satisfactoria y sin dolor. En los últimos años también se ha empezado a utilizar “en el tratamiento de la cistitis intersticial, mediante su introducción en la vejiga”, explican en Sanitas.
¿Quién descubrió el ácido hialurónico?
El aislamiento de esta molécula es relativamente reciente. Fueron los farmacéuticos de origen alemán Karl Meyer y John Palmer los que en el año 1934 y a través de un ojo de un buey vieron que era un polisacárido y que como molécula era igual en la cresta del gallo, la aleta del tiburón, el cartílago y la piel humana (en el cuerpo humano hay unos 15 gramos y un tercio se degrada y renueva a diario).
Años más tarde sería el científico húngaro Endre Balasz el encargado de descubrir los beneficios y sus usos más habituales, además de desarrollarlo como producto para ser utilizado en la medicina y la estética. Una de las propiedades que primero se vieron en el ácido hialurónico fue su eficacia en el tratamiento contra la artritis allá por la década de los 70. En cosmética se empezó a incluir en cremas y sérums a partir de mediados de los años 90.