La definición que recoge la Real Academia Española (RAE), de una articulación es: “la unión entre dos piezas rígidas que permite el movimiento relativo entre ellas”. En el cuerpo humano hay 360 articulaciones que unen dos o más huesos; 86 están en el cráneo, 76 en la columna vertebral y la pelvis, 66 en el tórax, 32 en cada uno de los brazos y 31 en cada pierna. Las terminaciones de los huesos en la articulación están protegidas por el cartílago. El cartílago es un tejido resistente, liso y elástico compuesto principalmente por colágeno, agua y unas sustancias que le proporcionan resistencia llamadas proteoglicanos. Las articulaciones también están protegidas por un revestimiento llamado membrana sinovial, las células de este tejido produce un liquido que “alimenta” al cartílago para facilitar el movimiento y reducir la fricción, es el liquido sinovial.
La artritis reumatoide se caracteriza por una inflamación de la articulación que provoca dolor constante, deformidad, rigidez y dificultad de movimiento
Cuando las articulaciones se inflaman, en algunos casos porque el sistema inmunológico ataca a las membranas sinoviales, se desarrolla la artritis reumatoide, una enfermedad que se caracteriza porque esta inflamación de la articulación provoca dolor constante, deformidad, rigidez y dificultad de movimiento. Afecta principalmente a las manos, los pies, muñecas, hombros, codos y caderas, aunque también puede atacar a otras partes del organismo como el corazón, los pulmones, el ojo o el riñón. “A diferencia de otras enfermedades reumáticas, como por ejemplo la artrosis, el dolor de la artritis reumatoide se mantiene en situaciones de reposo, sin movernos e incluso puede llegar a despertar al paciente por la noche” apunta el Doctor Juan José Lerma Garrido, Jefe de la Unidad de Reumatología del Hospital Quirónsalud Valencia y del Centro Médico Quirónsalud Mercado Colón.
La causa exacta de la artritis reumatoide se desconoce, pero existen factores que predisponen a algunas personas a desarrollarla, como el tabaquismo, la obesidad, las alteraciones en la microbiota, el estrés o la exposición a ciertos agentes infecciosos como virus o bacterias. También factores genéticos y antecedentes familiares pueden aumentar el riesgo de sufrir esta afección. Las mujeres y las personas mayores tienen más posibilidades de contraer artritis reumatoide, “tres de cada cuatro pacientes diagnosticados son mujeres, muchas de ellas se encuentran en edad fértil. Esta situación se debe al efecto estimulador de los estrógenos en el sistema inmune y a los cambios hormonales que sufre la mujer a lo largo de su vida” añade el doctor Lerma Garrido.
Las mujeres y las personas mayores tienen más posibilidades de contraer artritis reumatoide
Aunque es una enfermedad crónica, el diagnóstico precoz es imprescindible para conseguir un control de la enfermedad y el tratamiento adecuado en cada caso, y así frenar un daño irreversible y permanente en la articulación. El diagnóstico se realiza con varias pruebas clínicas: análisis de sangre para detectar marcadores específicos de la enfermedad como el factor reumatoide, y pruebas de imagen, radiografías, ecografías o resonancia magnética para ver el grado de inflamación y el daño de la articulación. El dolor crónico que produce la artritis reumatoide en las articulaciones, limita las actividades diarias de las personas que la padecen, además de afectar en las relaciones personales, sociales y laborales, lo cual, en muchas ocasiones, provoca depresión y ansiedad. De ahí la importancia del diagnóstico temprano y el tratamiento correcto para, de esta manera, tener la enfermedad bajo control y mejorar la calidad de vida de estos pacientes.
Uno de los problemas que pueden surgir con la artritis reumatoide es el riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas. Esta dolencia es una enfermedad inflamatoria que provoca hinchazón y, normalmente afecta a las articulaciones pequeñas como manos y pies, pero también puede afectar a otras articulaciones. La infamación puede producir cambios en las paredes de las arterias que se estrechan disminuyendo el flujo sanguíneo, aumentando la presión arterial y facilitando la formación de placa en las arterias, ateroesclerosis, una afección muy relacionada con factores de riesgo de enfermedades cardiacas.
La artritis reumatoide también puede afectar al músculo del corazón haciéndolo más rígido y por lo tanto, reduciendo la capacidad de bombear sangre. “Hay estudios que indican que la probabilidad de muerte en pacientes con artritis reumatoide por infarto agudo de miocardio, accidente cerebro-vascular o tromboembolismo, puede estar en aumento hasta un 50% respecto a la población que no presenta la enfermedad. Una inflamación crónica generalizada mal controlada puede ser un determinante de este incremento de riesgo”, explica el doctor Lerma Garrido. Por eso, las revisiones regulares para controlar los niveles de colesterol y la tensión arterial, además de realizar los cambios en el estilo de vida, si fuera necesario, evitando el sobrepeso, el consumo de alcohol y el tabaco, pueden ayudar a disminuir el riesgo de sufrir problemas cardiacos.
La artritis reumatoide también puede afectar al músculo del corazón haciéndolo más rígido y por lo tanto, reduciendo la capacidad de bombear sangre
La artritis reumatoide no tiene cura, por eso el tratamiento tiene como objetivo aliviar el dolor, reducir la inflamación y detener la progresión de la enfermedad para mejorar la calidad de vida del paciente. Inicialmente, el especialista puede recetar medicamentos antiinflamatorios, también se suele aconsejar fisioterapia y ejercicio físico para mejorar la fuerza, la flexibilidad y la función de la articulación. Una vez confirmada la enfermedad, el especialista planteara iniciar un tratamiento específico para el control inmunológico de la enfermedad. “En los últimos años se ha desarrollado un grupo específico de tratamientos denominados agentes biológicos o terapias dirigidas, también conocidos como modificadores de la respuesta biológica. Son una nueva clase de medicamentos antirreumáticos capaces de frenar la evolución de la enfermedad actuando contra vías inmunológicas específicas y selectivas de inflamación” afirma el especialista.
En casos donde el daño en la articulación ha llegado a un punto crítico, el médico puede considerar la opción quirúrgica, realizando, según el caso, una artroplastia, es decir el reemplazo de la articulación, o bien una sinovectomía, la eliminación de la membrana sinovial inflamada.