“Nunca la distancia nos regaló tanta cercanía”. “Nos dimos cuenta de que éramos frágiles y eso nos hizo más humanos”. “Que las únicas curvas que nos preocupen sean las sonrisas de nuestros mayores”. “Cuando todo esto acabe, sé la persona que te quieras encontrar”. Estas son solo algunas de las 23 frases seleccionadas de entre las más de 1.700 propuestas recibidas a través de Instagram para aparecer en el libro Hay palabras que son viento [descárguelo aquí], una acción impulsada para el Día del Libro desde la Fundación ”la Caixa” -a través de Alma-, con la colaboración de los ilustradores Dalmaus y 72kilos. Una publicación que pretende, durante este confinamiento, dar ánimo a las personas. Sobre todo, a las que más lo necesitan.
Esta iniciativa está impulsada desde Alma, una nueva manera de hablar de lo social. Con actitud y optimismo. Desde la diversidad. Y a partir de las historias de Fundación ”la Caixa”. Alma tiene también vocación de ser un punto de encuentro de las infinitas realidades sociales de nuestro mundo. Por eso Alma es la red social social.
“La idea detrás de mi viñeta 'Hay palabras que son viento' viene de la metáfora de la travesía”, nos cuenta Dalmau Oliveras (@dalmaus). “Ahora mismo estamos en una travesía bastante complicada, y me puse a pensar en qué era lo que nos podía animar durante este trayecto. En una travesía por mar, lo más importante es el viento. Y las palabras de la gente pueden ser precisamente ese viento que lo mueve todo. Sobre todo se necesita apoyo en lo material para satisfacer las necesidades básicas, pero también es vital ese aliento de la gente, conocida o desconocida, que nos da fuerza”.
Al ilustrador le gustaría que el libro llegara “a todas esas personas que no son un colectivo en sí, a la gente que está más sola”. Por su parte, Óscar Alonso (@72kilos), que también contribuyó a difundir la iniciativa a través de su cuenta de Instagram, regalaría este libro “a toda la gente a la que esta crisis la ha pillado intentando salir de sus problemas. Me gustaría transmitirles que esto va a pasar, que todos los problemas van a ser atendidos”. En su caso, todas las ideas de viñeta que había planteado tenían algo en común: “El libro como lugar al que físicamente te puedes subir y que, encima, te lleva a algún sitio distinto al que estabas. Si encima lo creas junto a otros, como es el caso, me parece que se genera un sentimiento de comunidad con el resto de las personas. Proponer a la gente ese pequeño reto de sacar lo que tiene dentro para animar a otros, creando algo juntos con un buen fin, me pareció muy interesante.”
Para Dalmaus, este libro también tenía mucho más sentido creado de forma colectiva. “La autoría y el ego pierden importancia, y la gana la acción en sí, el mensaje. El libro recopila 23 maneras de entender el mundo. Y a la gente le gusta participar en iniciativas así porque se siente parte de algo más grande”, dice Dalmaus. “La ilustración de Óscar, por ejemplo, creo que lo reflejaba muy bien: 'La aventura de formar parte de un libro'”.
La respuesta a la convocatoria ha sido brutal. Más de 1.700 personas han enviado sus frases de ánimo y esperanza, de amor, futuro, optimismo y comunidad, de lo bueno que hay en cada uno de nosotros a pesar de la oscuridad del contexto, de los aprendizajes que queremos poner en práctica cuando todo esto acabe. Una de esas personas fue Celia Bombín Martínez (@celiabomar), de 26 años, profesora en una escuela de primaria de Valladolid. Para ella lo más complicado del confinamiento, además de no poder ver a su familia, está siendo el no saber si en su trabajo lo está haciendo bien, “si en la distancia estoy acompañando bien a las familias y a los niños de manera emocional, que creo que es lo más importante estas semanas.”
Su frase (“Nos quitaron el tacto de los abrazos, pero volvieron en forma de aplauso”) nació de una reflexión sobre los cambios que estamos viviendo ahora mismo en nuestra manera de relacionarnos. “Nos han dicho que los abrazos y los besos son acciones que en este momento pueden poner en riesgo nuestra salud y la de los demás. Me pareció muy loco que un gesto tan sincero supusiera un peligro. Y me acordé del primer día de los aplausos: cuando salí al balcón rompí a llorar, emocionada y aterrada a la vez. Pero me di cuenta de que a todo ese miedo le estaba ganando la emoción de estar sintiéndome abrazada por todas las personas que estaban aplaudiendo. Me imaginé aplaudiendo junto a mis familiares y mi chico, que no puedo ver estos días, junto a mis compañeros del colegio y hasta con los alumnos. Para mí, con esos aplausos hemos ganado una forma de abrazarnos a conocidos y desconocidos. Nos hacen ver que lo ajeno también va con nosotros”.
José Antonio Roda (@josearoda) es un ilustrador de Cornellà de Llobregat afincado en Madrid. Lleva 41 días confinado y contando a través de Instagram cómo está viviendo la pandemia. “Actualmente, en las redes sociales cuando publicas cosas relacionadas con la situación actual la gente interactúa mucho más”. Y eso es porque, por primera vez en mucho tiempo, tenemos una preocupación común. “Normalmente tú tienes un problema y buscas una solución por tu cuenta. Pero en este caso la solución no puede ser individual, porque el problema es colectivo y la solución debe ser lo más colectiva posible. Tenemos que remar todos en la misma dirección”.
El ilustrador, con su frase, ha encontrado un remedio fácil al agobio del confinamiento: “Mientras podamos abrir un libro [y desaparecer un rato en la historia que nos estén contando], podremos salir de casa. Siempre he pensado que la cultura, sobre todo en momentos así, es una herramienta superpotente. Porque el médico o el personal del supermercado cuando llegan a casa también necesitan desconectar y ponerse una serie”. En la misma línea, Dalmaus afirma que “todo esto que estamos viviendo, sin cultura sería mucho más complicado. Lo viviríamos con un estado de ánimo muy por los suelos. La cultura nos está ayudando a ver el lado bueno de las cosas, a distraer la mente —que es necesario—, a volar un poco”.
Sin duda, todos los entrevistados intentan ver las cosas desde un prisma positivo. Y esa es la actitud. Óscar Alonso, por ejemplo, se ha sorprendido con los comportamientos e iniciativas solidarias que han surgido durante la crisis. “Yo no sabía que unas casas más allá de la mía vivía una señora mayor, que cumplía 100 años. Pues el otro día vinieron varias ambulancias e hicieron sonar las sirenas, le montaron un baile y fue espectacular. Pensar que hay alguien que ha hecho una llamada, que ha gestionado toda esta fiesta en medio de este caos para sacarle una sonrisa a una señora mayor… Esa es la semilla que puede germinar. Creo que todo esto no se va a olvidar, que luego va a haber una complicidad, como cuando pasa algo muy grave como una guerra. Aunque pensemos de forma diferente, ha ocurrido algo durante unos meses que nos ha unido a todos como generación”.
Para Dalmaus, cuando todo esto acabe, habremos aprendido muchas cosas: “Ahora lo más cotidiano y mundano es el paraíso, y cuando salgamos de aquí lo vamos a disfrutar a tope. Hemos visto que el planeta necesitaba un respiro, que tenemos que replantear nuestra manera de consumir, producir y vivir en este mundo globalizado. Y ojalá podamos ser algún día esa nación-mundo de la que siempre se habla. Incluso en esta situación no está sucediendo del todo, pero estamos vislumbrando todo lo bien que podemos hacerlo, siendo conscientes de lo malo, y diría que, en cierta medida, estamos desaprendiendo a ser individualistas y aprendiendo a ser una sociedad de verdad”.
Nuestros entrevistados recomiendan algunas lecturas para este Día del Libro:
Rusty Brown, de Chris Ware (novela gráfica)
El conde de Montecristo, de Alexandre Dumas (novela de aventuras)
Días en blanco, de José Luis Sampedro (poesía)
Los hilos invisibles, de Montse Torrents y Matilde Portalés (literatura infantil)