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¿Cómo luchan las renovables contra el cambio climático?

Las renovables se han configurado en la tecnología competitiva, con la que se genera energía limpia, para avanzar en la necesaria transición energética hacia una economía descarbonizada. En 2019, las

  • Parque eólico Sabina, en Albacete

Las renovables se han configurado en la tecnología competitiva, con la que se genera energía limpia, para avanzar en la necesaria transición energética hacia una economía descarbonizada. En 2019, las renovables registraron en España un récord de capacidad instalada y de producción y se han convertido en eje central de las estrategias energéticas de los gobiernos del mundo para afrontar dos de los mayores problemas a escala global: el cambio climático y la contaminación del aire.

La solución a la emergencia climatológica nos obliga a tomar conciencia del problema a todos -gobiernos, empresas y ciudadanos- y actuar ya. La quema de combustibles fósiles sigue generando enormes cantidades de gases de efecto invernadero, principalmente CO2, y estos gases se están acumulando en la atmósfera de modo exponencial, reteniendo el calor que provoca el efecto invernadero, aumentando la temperatura del planeta y provocando el cambio climático.

La buena noticia es que hemos entendido que hay sumar, a través de alianzas y colaboraciones, que nos permitan llegar más lejos. Y que contamos con las tecnologías que nos permitirán la descarbonización de la economía, en base al despliegue masivo de generación renovable -donde la eólica y la fotovoltaica son ya las tecnologías más competitivas-; y la electrificación de los usos finales: climatización en la edificación, vehículo eléctrico, en el caso del transporte y la movilidad y la generación de calor, para la industria.

Así, como ejemplo a nivel global, si se elimina el carbón de la generación eléctrica, sustituyéndolo por energías renovables, y se electrifica el transporte por carretera, se evitarían el 50% de las emisiones globales de CO2, se reduciría el 25% el consumo de energía primaria y se reducirían la demanda de combustibles fósiles en un 44%.

Planes ambiciosos y muchas realidades

España es un ejemplo en el mundo en el desarrollo de energía renovable, especialmente eólica. Con 23.484 MW de potencia instalada en 2018, según AEE, nuestro país se sitúa como el quinto del mundo por capacidad eólica instalada, tras China, Estados Unidos, Alemania e India. En el caso de la fotovoltaica, los datos de UNEF a cierre de 2018, estiman la instalación en España 261,7 MW de nueva potencia fotovoltaica, lo que supone un incremento del 94% con respecto a 2017.

Uno de los promotores de proyectos renovables más activo en nuestro país es Iberdrola. El primer productor eólico en España ha decidido seguir apostando por liderar la transición energética con un nuevo plan inversor en energías renovables en nuestro país que le llevará a instalar 3.000 MW nuevos -tanto eólicos como fotovoltaicos- a 2022. Hasta 2030, las previsiones de la compañía apuntan a la instalación de 10.000 nuevos MW.

Durante 2019, la compañía ha pisado el acelerador en su proceso de inversión en renovables en España y, en la actualidad, construye o tiene en tramitación más de 4.000 MW, eólicos y fotovoltaicos, en regiones como Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Navarra, Aragón, Murcia, Cantabria y Andalucía. Entre sus actuaciones se encuentran proyectos de gran envergadura, como es el caso del Núñez de Balboa, en Badajoz, la planta fotovoltaica en construcción más grande de Europa, con una capacidad instalada de 500 MW; o el complejo Cavar: sus 111 MW de potencia instalada lo convierten en uno de los mayores desarrollados por la energética en España.

Proyectos que dinamizan la industria y el empleo

La transición energética hacia una economía con menores emisiones de CO2, además de ser una necesidad por razones medioambientales y climáticas, conlleva grandes oportunidades y retos en términos socioeconómicos.

La Organización Internacional del Trabajo estima que se crearán 24 millones de puestos de trabajo relacionados con la energía derivados de los compromisos del Acuerdo de París. Pero también que no se evitará que se destruyan unos 6 millones fruto del proceso de reconversión.

Es una cifra importante, que merece la consideración por parte de todos los agentes implicados en el cambio. Usando de nuevo como referencia a la OIT, 1.200 millones de puestos de trabajo dependen de un entorno medioambiental estable, en sectores como la agricultura, la ganadería o el turismo.

Esto quiere decir que, en términos de empleo, la lucha contra el cambio climático no solo supone una oportunidad de creación neta de nuevos empleos, sino que es imprescindible para que se mantengan otros muchos no relacionados con el sector energético.

Los proyectos renovables de Iberdrola están batiendo récords como dinamizadores del tejido industrial y el empleo en las regiones donde se desarrollan. La inversión prevista en Extremadura ha convertido, por ejemplo, a esta región en el centro de la estrategia renovable de la compañía en España. En Núñez de Balboa, las compras realizadas a la treintena de proveedores que colaboran en su ejecución se han elevado a 227 millones de euros. La planta fotovoltaica ha registrado puntas de empleo de hasta 1.200 trabajadores; un 70% de ellos extremeños y, muchos de ellos, provienen de los municipios que acogen el proyecto: Usagre e Hinojosa del Valle, en Badajoz.

Otro ejemplo, la planta fotovoltaica Ciudad Rodrigo, cuya construcción prevé iniciar en 2021. Integrada por 826.200 paneles solares, y la generación de empleo durante su ejecución, en período punta de trabajo, podría elevarse a 800 trabajadores.

Las renovables, además, permiten transformar sectores industriales y aprovechar el efecto tractor de empresas líderes españolas del sector en proyectos internacionales. Esta transición del sector energético ya ocurrió en el pasado y, en la actualidad, volvemos a encontrar ejemplos concretos, como es el caso de los acuerdos alcanzados por Iberdrola con empresas como Navantia o Windar para la fabricación de componentes clave para sus parques eólicos marinos en Alemania y Reino Unido.

Proyectos con financiación verde que promueven el consumo sostenible

Un PPA (Power Purchase Agreement) es un acuerdo de compraventa de energía limpia a largo plazo desde un activo concreto y a un precio prefijado entre un desarrollador renovable y un consumidor -por lo general, empresas que necesitan grandes cantidades de electricidad- o entre un desarrollador y un comercializador que revenderá la energía.

Iberdrola es un referente internacional en el ámbito de acuerdos de compraventa de energía a largo plazo en mercados como España, Estados Unidos y México, procedentes de proyectos eólicos y fotovoltaicos de más de 1.500 MW. En España, la compañía ha promovido esta modalidad, con carácter pionero, entre grandes clientes del sector de banca, telecomunicaciones, distribución, alimentación y marcas deportivas, con el fin de promover un suministro de energía a precios asequibles y estables entre empresas comprometidas con un consumo sostenible. Así, por ejemplo, el PPA firmado con HEINEKEN, asociado a la planta fotovoltaica que la compañía construye en Andévalo (Huelva), convertirá a la cervecera en la primera que elabora sus productos solo con energías renovables. Otro más: parte de la producción del complejo eólico Cavar -que Iberdola levanta en Navarra- abastecerá de energía limpia las instalaciones de Nike en Europa.

Junto al establecimiento de objetivos de emisiones y la implementación de una estrategia industrial y fiscal ambiental, los instrumentos de financiación verde permitirán avanzar en la descarbonización de nuestra economía y la mitigación de calentamiento global.

Iberdrola es el principal emisor corporativo de bonos verdes en el mundo, asociados en su mayoría a proyectos renovables. En 2014, se convirtió en la primera empresa española en cerrar una colocación verde y, desde entonces, ha emitido bonos verdes por valor de 9.500 millones de euros. En España, solo en 2019, Iberdrola ha cerrado un acuerdo de financiación verde junto al BEI y el ICO para el proyecto Núñez de Balboa y un préstamo verde con el BEI para el desarrollo del complejo eólico Cavar.

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