Aumentar el número de órganos para trasplantar ha sido, desde hace años, uno de los objetivos de investigación. A este reto se suma ahora poder programar la cirugía de trasplante de órganos, que hasta la fecha sigue siendo una intervención urgente e inmediata.
En su última convocatoria anual de Ayudas a la Investigación en Salud, dotada de dos millones de euros anuales, la Fundación Mutua ha apoyado varios estudios encaminados a poder retrasar el momento del trasplante, un reto que mejoraría la seguridad del paciente. Para ello, son varias las técnicas que se estudian encaminadas a que el órgano, una vez extraído, se pueda conservar durante más tiempo fuera del organismo.
El doctor Rafael Matesanz, presidente del Comité Científico de la Fundación Mutua Madrileña, explica cómo se hacía la extracción y conservación del órgano antes de la cirugía hasta hace bien poco: "Desde los primeros trasplantes lo que se hacía era extraer el órgano y ponerlo en una solución con distintos líquidos a cuatro grados. Con esta temperatura, se frena el metabolismo de las células para conseguir que duraran unas horas. No se podía bajar más la temperatura para evitar la congelación".
Los órganos se trasladaban en las tradicionales neveras portátiles por tierra o aire -lo más rápido posible para ganar tiempo- hasta el hospital donde estaba el receptor. Un método poco sofisticado, pero que permitía conservar un corazón entre tres y cuatro horas, un hígado, entre seis y ocho, y un riñón, entre 24 y 48 horas.
Conservar fuera del cuerpo
Desde hace un tiempo, varios equipos de distintos países, entre ellos españoles, investigan diversas técnicas para prolongar el tiempo en el que el órgano se conserva una vez extraído.
Una de las técnicas más investigadas y con más potencial se llama "perfusión normotérmica". Como explica el doctor Matesanz, consiste básicamente en dos cosas: "Que el líquido en el que se introduce el órgano extraído esté en la misma temperatura del cuerpo; y que el líquido se introduzca de forma pulsátil, es decir, de forma que le haces creer al órgano que está dentro del cuerpo humano porque lo mantiene funcionando", explica.
Esta técnica ha permitido algunos adelantos y no solo que el órgano dure más tiempo, sino recuperarlo si tiene algún daño "ya sea por la extracción, por el momento de la muerte o porque ya estuviera dañado. Al darle un poco más de tiempo, se le proporciona un margen para recuperarlo", explica el doctor Matesanz.
Desde hace un tiempo, varios equipos de distintos países, entre ellos españoles, investigan diversas técnicas para prolongar el tiempo en el que el órgano se conserva una vez extraído
Este año uno de los proyectos de investigación en trasplantes que financia la Fundación Mutua Madrileña tienen como objetivo demostrar las bondades de la perfusión normotérmica. Lo liderará el doctor Félix Colmenero en el Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS) de Barcelona, en colaboración con todos los equipos de Cataluña. El objetivo es probar la preservación del hígado una vez extraído del donante con esta técnica. En una experiencia internacional, con este procedimiento se ha conseguido ya mantener un hígado durante tres días, repararlo y trasplantarlo con éxito a un paciente en elHospital Universitario de Zúrich, en Suiza, que sigue vivo al año y que fue descrito en la revista Nature Biotechnology.
El estudio catalán es el segundo en esta línea de la técnica de perfusión normotérmica por el que apuesta el Comité Científico de la Fundación Mutua, que en la anterior convocatoria ya financió uno de similares características en el Hospital Gregorio Marañón para todos los equipos de la Comunidad de Madrid, que actualmente está en marcha con buenos resultados.
Otra estrategia en pulmón
En este caso, los investigadores persiguen prolongar el tiempo de isquemia fría de los injertos pulmonares preservándolos a una temperatura de 10 grados. Esta nueva modalidad ya ha demostrado en un ensayo clínico multicéntrico internacional, en el que también participa el hospital madrileño, que es posible aumentar la isquemia fría de los órganos de manera segura, permitiendo mejorar la logística de los trasplantes pulmonares y convertir un procedimiento urgente en una actividad semiprogramada, lo que puede tener implicaciones positivas tanto en los resultados como en la seguridad del paciente.