En el año 2014, cuando al profesor Antonio Sánchez Káiser le dijeron que su hija había nacido con albinismo, sabía tan poco de esta condición como la mayoría de la gente. Él también pensaba que se trataba sobre todo de una cuestión de pigmentación de la piel, sin saber que el problema más acusado es el de la visión. Cuando supo que su hija Vega tenía un 10 por ciento de agudeza visual, decidió implicarse como científico para aprender un poco más y ver qué podía aportar. Pocos meses después acudió a un congreso de la asociación ALBA y el hoy catedrático de Mecánica de Fluidos de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) se percató de una curiosa circunstancia. “Allí había varias personas con albinismo, rodeadas de tecnología, con sus tabletas y ordenadores, que para ver al ponente utilizaban un catalejo, que no deja de ser una tecnología del siglo XVI”, recuerda. “Y me dije ‘esto no tiene sentido. Si no hay algo inventado, lo invento yo’”’.
Cada día, cientos de niños con albinismo o algún otro tipo de déficit visual se sientan en clase en primera fila y algunos de ellos sacan un catalejo para ver mejor la pizarra. Una de las personas que estaba en aquel congreso de ALBA de hace siete años es la actriz y periodista Patty Bonet, quien recuerda que en el instituto algunos alumnos se metían con ella por llevar catalejo. “Me sentaba en primera fila y me llamaban pirata”, explica a Vozpópuli. “Eso, y el hecho de sentarte en primera fila, te hacía sentir un poco marginada”. Ya en la universidad, otra de las herramientas que utilizan estas personas para seguir la clase es conectarse al monitor del profesor para ver sus presentaciones y servirse de una telelupa, una cámara de aumento que dirigen de un lado a otro a modo de periscopio para acceder a la realidad.
Aprovechando su condición de investigador y profesor de universidad, Sánchez Káiser comenzó a trabajar en un sistema que pudiera amplificar lo que pasaba en una sala de congresos o un aula y los trasladara a a los dispositivos. “Me preguntaba ¿cómo es posible que mandemos sondas a Marte y estas personas utilicen todavía un simple catalejo?”, recuerda. “Así que me propuse diseñar un aparato que recogiera la experiencia y la enviara en tiempo real a tu tablet, móvil, a cualquier dispositivo inteligente… Y así, cuando empezara a ir a clase, mi hija sería una más”. Los primeros prototipos, con ayuda de compañeros ingenieros, los probó en sus propia aula. Montaba las cámaras sobre un trípode y enviaba una señal que quedaba después registrada para acceder a sus clases, con los detalles de la presentación o lo que había escrito en la pizarra. Tan útil, que sus alumnos sin discapacidad visual estaban encantados de utilizarla.
Después de seis años de trabajo y mejoras, este profesor de Murcia ha diseñado y patentado un sistema inteligente que capta imagen y sonido y lo envía en tiempo real a cualquier dispositivo digital, ya sea un móvil, una tablet o un ordenador, y lo deja todo grabado para consultarlo más adelante si se quiere. Y lo ha llamado “BemyVega” en honor de su hija. En su versión más sofisticada, una de las cámaras del dispositivo sigue el movimiento del profesor por donde se mueva, puesto que el lenguaje no verbal también es importante. “La personas que no ven bien, esa parte se la están perdiendo”, explica Sánchez. “A eso se le añade una cámara que capta todo lo que pasa en la pizarra y en la que se puede hacer ‘zoom’ y conexión directa con la presentación que proyecte el profesor o cualquier documento digital”. Y además registra el audio y subtitula las palabras del profesor en tiempo real, lo que es de gran ayuda para las personas con problemas de audición.
Objetivo: 400 dispositivos al año
El dispositivo aún no está en fase comercial porque después del éxito de los primeros prototipos, Sánchez ha tenido que redimensionar la empresa. Además de patentar el invento - cuyos beneficios irán en buena parte para la asociación ALBA - “BemyVega” tiene a 28 personas empleadas directa o indirectamente en su producción y ha recibido decenas de encargos. El proyecto cuenta con el apoyo de la Consejería de Educación de Murcia y de la Fundación ONCE y su previsión es vender alrededor de 400 dispositivos antes de final de año. El modelo más sofisticado, con la cámara de seguimiento, tendrá un precio de unos 3500 euros + IVA y el modelo mas sencillo - igual al anterior pero sin seguimiento, para espacios más pequeños - constará alrededor de 1800 €.
Un sistema inteligente que capta imagen y sonido y lo envía en tiempo real a cualquier dispositivo digital
En las primeras fases de desarrollo ya vendieron 50 prototipos a distintas instituciones, entre ellas la universidad. Uno de los primeros en usarlo fue el investigador del CNB Lluis Montoliu, miembro fundador y asesor científico de ALBA, que en septiembre de 2019 la probó en una ponencia en Sevilla. “Todas las personas con albinismo que lo usaron lo disfrutaron y por vez primera vieron bien mis diapositivas además de escucharme”, señala. “Ojalá lo hubiera tenido en mi etapa escolar”, asegura Patty Bonet, que ha probado el dispositivo y cree que ayudará a los alumnos a no sentirse como ella cuando se sentaba en primera fila cuando el resto de sus compañeros iban rotando. “Para mí es innovador y revolucionario”, afirma. “No solo lo puedes usar para un aula, para cualquier congreso puede venir muy bien”.
“Papá, puedo ver a mis compañeros”
Después de meses de gestiones para poner todo a punto y refinar el funcionamiento de aparato, el momento más emocionante para el profesor Sánchez fue el primer día que su hija lo probó en su clase. Con toda naturalidad, y sin recibir instrucciones, la niña tomó la tablet y acercó las imágenes para poder ver la pizarra sin tener que levantarse para mirar o preguntar a sus compañeros. “Al día siguiente le dijo a su profesora que ya le podía sentar al final con sus amigas porque lo veía todo, y ya se sienta donde quiere”, relata el investigador. Y otra de las cosas que él no había tenido en cuenta y le sorprendió. “Me decía: papá, puedo ver a mis compañeros”, apunta. “Cuando tú vas a clase con visión normal miras a un lado y ves uno y a otro, pero ella no ve más que un borrón”.
En los próximos meses, la empresa BemyVega se juega su futuro como startup. La esperanza de su creador es que resulte útil para todas las personas que, como su hija, tienen que lidiar con esa limitación que supone no poder ver con nitidez lo que todos los demás ven sin dificultad. En tiempos de pandemia, además, ha descubierto que puede tener una utilidad más general para la comunicación en remoto, para las personas que no se puedan desplazar de manera presencial. “Ahora está pensado para que se puedan conectar entre cincuenta y cien alumnos a la vez”, concluye, “pero se puede escalar”. A su juicio, el sistema iguala a todo el mundo en cuanto al acceso al conocimiento. Y si un día se generaliza su uso y todos pueden asistir a una clase con la garantía de no perderse detalle, dejará de haber esa distancia entre los que acceden a las explicaciones sin barreras y los que aún tienen que seguir la clase y mirar a la pizarra con un catalejo.