“Si en el monte Sivan resplandece la luz roja / habrá hostilidad en la tierra […] Si una luz roja permanece brillando en lo alto del cielo / la tierra caerá en la anarquía”. Los textos de varias tablillas asirias acuñadas alrededor del 660 a.C. contienen descripciones que podrían ser el primer testimonio de la visualización de auroras que se tiene registro en el archivo histórico. Se trata de tres textos tallados en tres de las tablillas albergadas en las colecciones del British Museum, en las que el equipo de Hisashi Hayakawa ha localizado alusiones a “una luz roja”, una “nube roja” y a un comento en que “el rojo cubrió el cielo”, en un periodo en el que los análisis isotópicos ya habían mostrado la existencia de una intensa actividad solar.
A partir de varies trabajos anteriores en los que se ofrecían pruebas de un periodo de grandes tormentas solares alrededor del 660 a.C. gracias al análisis de los anillos de los árboles y los testigos de hielo recogidos en glaciares y en los polos, un equipo de investigadores japoneses y británicos se pusieron a revisar los registros astrológicos que contienen las decenas de tablillas asirias encontradas en el siglo XIX en Mesopotamia y conservadas en el British Museum. “Los escolares asirios hicieron observaciones bastante regulares en las que hacían interpretaciones astrológicas a petición de sus reyes sobre eventos notables que se registraban en el cielo”, explica Hayakawa a Next.
“Los asirios hacían frecuentes observaciones e interpretaciones astrológicas a petición de sus reyes”
Para el investigador de la Universidad de Extremadura y experto en arqueoastronomía, José Manuel Vaquero, se trata de una “confirmación"de los trabajos recientes que proponen que hubo unos eventos de protones solares extremos sobre el 660 BC. “Los isótopos señalaban que había habido un conjunto de eventos importantes alrededor del año 660 a.C.”, explica. “Las observaciones más antiguas eran del 500 a.C y este equipo ha conseguido ir más atrás y han encontrado lo que parecen registros de auroras. Y los datos cuadran muy bien, parece claro que alrededor de que en ese momento hubo eventos de meteorología espacial intensos que afectaban a la Tierra”.
En un trabajo publicado en The Astrophysical Journal Letters, los autores ofrecen detalles de las inscripciones localizadas en tablillas datadas entre el 655 y el 679 a.C. Hoy en día la presencia de auroras polares en latitudes tan alejadas de los polos parece muy improbable, pero en aquel periodo el polo magnético estaba mucho más cerca de esta región que en la actualidad. El impacto continuado de la radiación cósmica procedente de estas tormentas solares queda registrado en los anillos de los árboles fosilizados y deja también marcas en los testigos de hielo de la Antártida, principalmente porque seguramente produjeron un gran agujero en la capa de ozono, según los autores.
“Para la gente de la época debió de ser un espectáculo sobrecogedor”
En cualquier caso, si aquellos habitantes de la región mesopotámica, vecinos de la antigua Babilonia, presenciaron las auroras en el cielo, no es de extrañar que les pareciera un evento suficientemente reseñable como para dejar constancia de él en los escritos. “Alguien que no ha visto nunca una aurora y ve de repente que el cielo se tiñe de rojo, como pasó por ejemplo con la aurora que se vio durante la Guerra Civil española en 1938, queda totalmente sorprendido, porque tiene que ser un espectáculo sobrecogedor”, concluye Vaquero. “En los siglos XVIII y XIX tenemos descripciones parecidas y la gente llega a pasar miedo, porque es algo totalmente desconocido”.
Referencia: The Earliest Candidates of Auroral Observations in Assyrian Astrological Reports: Insights on Solar Activity around 660 BCE (The Astrophysical Journal Letters)