En todas los archipiélagos de la Tierra se da un fenómeno conocido como radiación adaptativa. Esto quiere decir que uno puede encontrar diferentes variaciones morfológicas en el mismo animal o planta en cada una de las islas, con adaptaciones a las condiciones locales. Es lo que describió Charles Darwin al estudiar las diferentes formas de los picos de los pinzones a su regreso de las islas Galápagos y lo que sucede con especies de plantas, de lagartos o de tortugas en cualquier lugar donde estos permanezcan aislados durante tiempo suficiente.
En el año 2010, la bióloga Sarah Bush lideró un estudio en el que demostró que las aves con plumas de color claro tenían piojos de color claro y las aves de color oscuro tenían piojos oscuros. Se preguntó entonces si no estaba sucediendo lo mismo y si en este ejemplo se podía considerar que las palomas eran islas donde los parásitos evolucionaban de forma independiente. Ahora, nueve años después, ha realizado una serie de experimentos en los que ella y su equipo han forzado esta radiación adaptativa criando cepas de piojos en palomas de distintos colores y observando su evolución. Y el resultado muestra que se trata de procesos idénticos.
Los autores han forzado la adaptación criando piojos en palomas de distintos colores
En un trabajo publicado este martes en la revista Evolution Letters, Bush y sus compañeros de la Universidad de Utah describen varios experimentos para demostrar su hipótesis de partida. En el primero de ellos, probaron que el picoteo con el que las palomas se acicalan es un factor de presión selectiva para la supervivencia de los piojos (Columbicola columbae). Para ello pintaron a algunos piojos oscuros de color claro y comprobaron qué porcentaje sobrevivía sobre aves de color oscuro tras 48 horas. Y al revés.
Una vez comprobado que sobreviven más los piojos mejor camuflados, los investigadores pasaron a la fase más ambiciosa del experimento. Infestaron a 96 palomas bravías (Columba livia) con 25 piojos cada una y observaron la evolución de los parásitos después de cuatro años. Las palomas estaban divididas en tres grupos (32 blancas, 32 grises y 32 negras) y dentro de cada grupo a unas se las dejaba desparasitarse y a otro se les impedía mediante una pequeña funda en el pico. Lo que vieron fue que el color de los piojos en las palomas blancas y negras varió de forma rápida y clara en comparación con el grupo de control de las palomas grises. Al final del experimento, los piojos de las palomas blancas eran tan claros como la especie más clara de estos parásitos en la naturaleza.
“Lo atractivo de este proyecto es que la respuesta evolutiva que estamos viendo no es única en los piojos”, asegura Bush. “Se podría aplicar a cualquier cosa con ADN”. Los autores también están sorprendidos por la rapidez con la que se produjeron los cambios, y ahora probarán si el tamaño también es un rasgo adaptativo que puede cambiar en poco tiempo. “El rango de color se mimetizó con el de otras especie en el transcurso de apenas cuatro años”, asegura Dale Clayton, profesor de Biología y coautor del estudio. “Comparado con el tiempo evolutivo eso no es ni lo que dura un parpadeo”.
Referencia: Host defense triggers rapid adaptive radiation in experimentally evolving parasites (Evolution Letters)