Si se pudiera ver el futuro, la mayoría de la gente preferiría no saber lo que la vida les deparará, incluso si creen que eso podría hacerlos felices. Así lo dice una nueva investigación publicada por la Asociación Americana de Psicología y en la que participa la española Rocío García Retamero, de la Universidad de Granada.
"En la mitología griega, Casandra, hija del rey de Troya, tenía el poder de ver el futuro. Pero también tenía la maldición de que nadie creía sus profecías”, afirma el autor principal del estudio, Gerd Gigerenzer, doctorado del Instituto Max Planck de Desarrollo Humano. “En nuestro estudio, hemos descubierto que la gente prefiere declinar el poder que hizo a Casandra famosa, en un intento de olvidar el sufrimiento que podría causar conocer el futuro, de evitar los remordimientos y también de mantener la emoción del suspense que conllevan los sucesos agradables”.
La gente rechaza tener el poder de Casandra y evitar el sufrimiento que podría causar conocer el futuro
Dos estudios realizados con más de 2.000 adultos en Alemania y España concluyen que entre un 85 y un 90% de las personas no querrían saber con antelación hechos negativos, y entre un 40 y un 70% preferían seguir sin conocer futuros hechos positivos. Sólo un 1% de los participantes querrían saber qué les depararía el futuro, según las conclusiones publicadas en la revista Psychological Review.
Los investigadores también han descubierto que las personas que prefieren no conocer su futuro son menos temerarios y contratan con más frecuencia seguros de vida que aquellos que sí quieren conocer su futuro. Esto sugiere que los que eligen seguir sin saber nada, anticipan el remordimiento, según Gigerenzer.
El tiempo que tendría que pasar hasta que ocurriera un hecho futuro también es importante; la ignorancia deliberada es más probable si el hecho es más cercano. Por ejemplo, más adultos mayores que jóvenes preferirían no conocer cuándo morirían ellos o sus parejas, así como la causa de la muerte.
A los participantes se les preguntaba por una amplia gama de eventos potenciales, tanto positivos como negativos. Por ejemplo, si querrían saber quién ganaría un partido de fútbol que tenían planeado ver después, qué les iban a regalar por Navidad, si hay vida después de la muerte y si su matrimonio terminaría en divorcio. Conocer el sexo de su futuro bebé fue el único punto de la encuesta en el que más participantes querrían saber, con sólo un 37% que preferían no saberlo.
Conocer el sexo de su futuro bebé fue el único punto en el que más participantes querrían saber
Aunque las personas de Alemania y España eran de distintas edades, educación y otros aspectos importantes, el patrón de ignorancia deliberada era bastante constante en ambos países, según el artículo, incluyendo su prevalencia y previsibilidad. “Querer saber parece ser la condición humana natural, y sin necesidad de justificación. No sólo animamos a la gente, sino que esperamos que participen en cosas como la detección temprana del cáncer o chequeos regulares de salud, que sometan a sus futuros bebés a docenas de tests genéticos prenatales, o que usen aparatos que controlan su salud”, afirma Gigerenzer. “No querer saber parece contradictorio y podría sorprender, pero la ignorancia deliberada, como hemos demostrado aquí, no existe sin más, es un estado de ánimo generalizado”.
Referencia: Cassandra’s Regret: The Psychology of Not Wanting to Know (Psychological Review) | Imagen: Davis Staedtler (Flickr, CC)