Ciencia

¿Necesitamos un ministerio de Ciencia o es solo postureo?

En la primera reunión del Consejo de Ministros del nuevo Gobierno de Mariano Rajoy de este viernes tampoco ha habido un asiento reservado para la Ciencia. La investigación, que ha retrocedido a niveles de hace una década, sigue siendo la gran relegada política y presupuestariamente, pese a los aspavientos electorales y para desgracia de nuestro país. Pero, ¿es necesario realmente tener una cartera dedicada a la ciencia o bastaría con dedicar más recursos?

Rajoy tampoco sentará esta vez a la ciencia en su Consejo de Ministros. Algunas organizaciones, como la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE) o Ciencia con Futuro, han calificado la decisión como una "oportunidad perdida". La investigación seguirá dependiendo de una secretaría de Estado del Ministerio de Economía y Competitividad, bajo la tutela de Luis de Guindos. El ministro, y su secretaria Carmen Vela, ya han demostrado sobradamente su falta de interés en convertir en la ciencia en una prioridad, con retrocesos camuflados de bonitas palabras y amables justificaciones. Y lo que temen muchos investigadores es que se continúe en la misma línea, cuando lo que se necesita es justamente un impulso que nos permita recuperar el terreno perdido.

Desde los inicios de la democracia la ciencia ha sido una especie de "hermana pobre" en la jerarquía ministerial. Asociada en ocasiones como segundo apellido del ministerio de Educación, ha aparecido y desaparecido como el Guadiana de los Consejos de Ministros y solo ha vivido dos momentos estelares, con la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología por Aznar (entre 2000 y 2004) y el Ministerio de Ciencia e Innovación de Zapatero (entre 2008 y 2012). Como llevados por una mala conciencia, los dos ex presidentes crearon estas carteras en su segunda legislatura, a diferencia de lo que ha hecho Rajoy, que en temas científicos- quizá asesorado por algún primo - ni siente ni padece.

“Necesitamos que la inversión crezca a un ritmo del 4 o 5 por ciento anual para recuperar lo que hemos perdido”

¿Fueron mejores para la ciencia los años en los que tuvo su propio ministerio? A juicio de José Molero, catedrático de Economía Aplicada y experto en programas de Innovación, es difícil evaluar estas experiencias pasadas porque duraron pocos años y no tuvieron continuidad. "Este tipo de decisiones necesitan un periodo de tiempo para dar sus frutos, de ahí tendría que venir muy apoyado en un pacto de Estado", explica a Next. Estos vaivenes en la apuesta por la innovación son el principal talón de Aquiles de nuestro sistema, pues la falta de perspectiva y valentía política han impedido que se consolide. "Hay que reconocer que hemos mejorado respecto a la situación hace 30 años", matiza Molero. "Desde 1988, cuando se hizo el primer plan nacional de I+D hemos pasado de dedicar un 0,8 % del PIB a la investigación a un 1,20%, que está muy bien, pero comparado con el 2 por ciento de media de la Unión Europea o el 3 por ciento de Corea de Sur, necesitamos mucho más".

"Tener un ministerio dedicado a la Ciencia tiene un componente simbólico y de glamour", sostiene Juan Ignacio Pérez Iglesias, catedrático y ex rector de la Universidad del País Vasco. "Al final lo que interesan son los recursos, pero tener un ministro del tema tienen algunos componentes prácticos". Si la Ciencia depende de Economía, por ejemplo, el ministro debe elegir a qué áreas dedica el dinero del que dispone y la ciencia tiende a ser sistemáticamente postergada en estas decisiones. "Tener un ministerio fuerza a dedicar más recursos, porque sería ridículo crearlo y no dotarle de presupuestos", sostiene Pérez Iglesias.

ESQUEMA

Quienes creen que no hace falta un ministerio específico para que la ciencia levante cabeza argumentan que otros países de nuestro entorno, como Francia y Alemania, no tienen una cartera de investigación, sino secretarías de Estado. "La diferencia con otros países es que ellos tienen mejor resuelto el problema y no necesitan tanto estas cosas", opina Molero. "Si uno va a Suiza, que es el que más invierte en ciencia proporcionalmente de la OCDE, verá que no tienen estas discusiones".

Otro de los asuntos polémicos es bajo qué paraguas debe estar la ciencia, si bajo el de educación, como sucedió en los primeros años, o si debe ir asociado a la industria y la economía. Para Molero, que apuesta por asociar la ciencia a la tecnología, para resaltar sus aplicaciones prácticas, el problema es que hay muchísimos ministerios que ejecutan programas que tienen que ver con ciencia y tecnología, como Economía o Defensa. "Habría que crear un organismo por encima de eso y que coordinara a todos los ministerios", asegura. Y se atreve incluso a soñar con un ministerio de Innovación que tuviera el rango de vicepresidencia para coordinar todas estas inversiones. "Si la apuesta va a ser coyuntural, mejor que no se haga”, sostiene. “Necesitamos que la inversión en ciencia crezca a un ritmo del 4 o 5 por ciento anual para recuperar lo que hemos perdido. Si no van a hacer esto, que no se molesten, por lo menos nos ahorramos el sueldo de un ministro".

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