La isla de Nueva Guinea es uno de los últimos lugares del planeta en el que las ranas están seguras. Pero solo de momento. El temido hongo quítrido (Batrachochytrium dendrobatidis), que ha acabado con más de 90 especies en el planeta y tiene amenazados al menos a otras 500, aún no ha penetrado en este lugar, donde residen el 6 por ciento de todas las especies conocidas de ranas. Por eso un equipo internacional de expertos, encabezados por Simon Clulow pide este lunes en un artículo, publicado en la revista Frontiers in Ecology and the Environment, que se haga un esfuerzo internacional para impedirlo y solicita ayuda para poner en marcha un plan en caso de que se produzca el peor escenario.
“No es frecuente localizar el lugar donde se va a producir un desastre de conservación antes de que suceda, ni tener la oportunidad de pararlo”, asegura la investigadora Deborah Bower, coautora del artículo. “Sabemos lo que se tiene que hacer”. El hongo quítrido ha sido descrito por los biólogos como el patógeno más destructivo descubierto hasta ahora por la ciencia. Su extensión, desde el sudeste asiático, se produjo como consecuencia del tráfico internacional de especies y afecta a las zonas que rodean a la isla de Nueva Guinea. Su alcance ha sido tan devastador que hasta el 40% de las especies de ranas de todo el mundo están amenazadas de desaparecer.
Alrededor de 100 especies de ranas estarían en peligro si el hongo llega a la isla
Los expertos aseguran que el clima tropical de Nueva Guinea lo convierten en un lugar ideal para la extensión del hongo. “Muchas de las ranas de Nueva Guinea están fuertemente relacionadas con las especies australianas que ya han sido arrasadas por el hongo, así que esperamos que sean igual de vulnerables”, afirma Clulow. Su equipo estima que alrededor de 100 especies de ranas estarían en peligro si el hongo llegara a la isla y su desaparición tendría un enorme impacto en el ecosistema, ya que son depredadores de insectos y otros animales de mayor tamaño. El hongo asesino se trasmite de un animal a otro y produce una enfermedad denominada quitridiomicosis, que afecta a la piel de los anfibios, impidiendo la correcta regulación del agua y los electrolitos que desencadenan un fallo cardíaco.
Este equipo de especialistas llevan estudiando las ranas de Nueva Guinea desde 2015 y ya han empezado a trabajar con zoo, universidades y autoridades para diseñar un programa de ranas en cautividad y almacenar esperma y óvulos de las distintas especies para conservar la diversidad genética en caso de desastre. También han diseñado un programa con cinco etapas - preparación, prevención, detección, respuesta y recuperación - para mantener el hongo letal alejado de la isla y minimizar su impacto en caso de que llegue.