Nuestros cerebros poseen una especie de reloj interno que nos permite tener una idea más o menos aproximada de lo que dura un acontecimiento, pero el proceso por el cual se produce sigue siendo un misterio. De hecho, el tiempo parece ser elástico desde el punto de vista subjetivo: unas veces parece transcurrir más rápido mientras que en determinadas situaciones nos parece que transcurre muy despacio. Para tratar de profundizaren el asunto, el equipo de Masaki Tanaka, de la escuela universitaria de medicina de Hokkaido, en Japón, ha realizado un experimento con macacos a los que había entrenado para presionar con un dedo sobre una pantalla en un intervalo que duraba justamente un segundo.
Para el trabajo, publicado esta semana en la revista Journal of Neuroscience, los científicos ofrecían recompensas a los monos si pulsaban el botón en el tiempo correcto, al tiempo que registraban la dilatación de sus pupilas durante las pruebas. Lo que han descubierto, según resumen en Science news, es que cuando los animales le daban al botón antes de tiempo - y percibían la duración de un segundo como más corta - sus pupilas estaban ligeramente más dilatadas que cuando sucedía lo contrario y le daban al botón más tarde.
La respuesta del ojo está directamente relacionada con las señales químicas que envía el cerebro
Desde hace tiempo los neurocientíficos saben que las pupilas dilatadas se asocian con una mayor atención del individuo, y que el hecho de estar más atento también influye en la manera en que uno valora el transcurso del tiempo. La pregunta ahora es: ¿son nuestros ojos una especie de ventana a nuestro reloj interno que nos permiten saber cómo estamos valorando el paso del tiempo? Las diferencias en el tamaño de las pupilas es pequeña pero Tanaka y su equipo creen que es significativa. Los investigadores piensan que esta respuesta del ojo está directamente relacionada con las señales químicas que envía el cerebro, entre ellas la noradrenalina, y que una mayor atención podría hacer a los manos tener una sensación del tiempo más dilatada, mientras que la falta de atención dilataría la percepción de esos escasos milisegundos. Conociendo mejor cómo actúan estos mecanismos, Tanaka y su equipo confían en ayudar a desentrañar cómo mantienen las neuronas esta especie de cronómetro interno.
Referencia: Correlation between pupil size and subjective passage of time in non-human primates (Journal of Neuroscience) doi: 10.1523/JNEUROSCI.2533-16.2016 | Vía: Science news.