El cambio paulatino de las temperaturas y condiciones del planeta durante los últimos 37 millones de años afectó a los comportamientos predatorios de los cánidos de Norteamérica, desde los lobos a los zorros, según un estudio publicado este martes en Nature Communications.
Los lobos pasaron gradualmente de ser depredadores de emboscada a perseguidores.
El equipo de Borja Figueirido, de la Universidad de Málaga, ha examinado el registro fósil de estos animales y ha descubierto un cambio morfológico en las articulaciones de zorros y lobos que respondió a la existencia de espacios cada vez más abiertos y la necesidad de perseguir a sus presas en cortas y largas distancias.
Durante el último Cenozoico, explican los autores del trabajo, la Tierra experimentó un profundo cambio y pasó de ser caliente y húmeda a climas más fríos y secos, parecidos a los que tenemos hoy. Los fósiles de las plantas, por ejemplo, muestran un aumento de las praderas y zonas abiertas hace unos 25 millones de años, pero los efectos de estas variaciones en las costumbres de los carnívoros son menos conocidas.
Figueirido y sus colaboradores analizaron los fósiles de cánidos y sus presas en busca de señales de cambio en su morfología y ahora aseguran tener pruebas de que los lobos y zorros pasaron gradualmente de ser depredadores de emboscada (como los leones, por ejemplo) a convertirse en perseguidores, según los cambios registrados en las articulaciones de sus patas. Se cree hace unos 7 millones de años evolucionaron los primeros cazadores que esprintan detrás de presas pequeñas y que los lobos empezaron a hacer persecuciones de larga distancia cuando aparecieron las condiciones más áridas y frías del Pleistoceno, hace dos millones de años.
Referencia: Habitat changes and changing predatory habits in North American fossil canids (Nature Communications) DOI 10.1038/ncomms8976