Las ballenas boreales llevan más de cien años regresando cada verano a la misma zona del Ártico canadiense, una entrada de agua en la costa oriental de isla de Baffin llamada Cumberland Sound. Una vez allí, las ballenas llevan a cabo un curioso comportamiento, adentrándose en zonas poco profundas donde parecen llevar a cabo una especie de danza ritual. Ahora, un equipo encabezado por la investigadora Sarah Fortune acaba de demostrar que en realidad las ballenas (Balaena mysticetus) no bailan ni tratan de impresionar a los pescadores: solo están rascando su piel contra las rocas.
“Fue una observación accidental, nos dimos cuenta de que hacían algo extraño cerca de la orilla”
En un trabajo publicado este miércoles en la revista PLOS ONE documentan por primera vez este curioso comportamiento que descubrieron por accidente. “Fue una observación accidental”, explica. “Estábamos allí para documentar su forma de alimentarse y cazar, pero nos dimos cuenta de que hacían algo extraño cerca de la orilla”. Desde una barca, los autores del estudio observaron que los cetáceos se giraban sobre un costado y sacudan sus aletas en el aire. Estaba claro que los animales no habían ido allí solo para comer.
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Solo cuando los investigadores pusieron sus drones a volar y filmaron la escena, comprendieron lo que estaba sucediendo en aquella bahía remota. Las ballenas se estaban frotando contra las piedras para arrancar trozos de piel muerta. “Ahora sabemos que Cumberland Sound sirve como hábitat para su alimentación y muda de la piel”, asegura Fortune. “Sabemos muy poco sobre estos cambios de piel en las grandes especies de ballena”. En su opinión, las aguas templadas de la costa en verano podrían facilitar esta tarea. Los autores también sospechan que estos cambios de temperatura afectan a su dieta y a sus movimientos en el océano, aunque aún tienen que investigar más detalles de este comportamiento.
Referencia: Evidence of molting and the function of "rock-nosing" behavior in bowhead whales in the eastern Canadian Arctic (PLOS ONE)