La primera noticia de que algo gordo había pasado en el Pacífico sudoccidental llegó en agosto de 2012 y no la dieron los vulcanólogos, sino los navegantes que se toparon con una inmensa isla de rocas flotantes que les impedía el paso. "Es el fenómeno más extraño que he visto en 18 años de navegación", comentó un oficial de la marina australiana a la prensa local. En pocas horas, una formación de pequeñas rocas flotantes de piedra pómez rodeó las islas Kermadec y alcanzó los 480 km de longitud y 50 km de ancho, con un espesor de hasta 60 cm en algunos puntos. La nueva isla tenía las dimensiones de un país como Israel y flotaba a la deriva.
La nueva isla tenía las dimensiones de un país como Israel y flotaba a la deriva.
Durante semanas, la navegación quedó interrumpida en algunas zonas del Pacífico ya que la masa de roca alcanzaba tal espesor que impedía el paso de los barcos y podía provocar graves daños en los motores. Estas islas de piedra pómez son grandes acumulaciones de material producidas por erupciones volcánicas bajo el océano y son el equivalente a las nubes de ceniza que interrumpieron el tráfico aéreo durante semanas en el norte de Europa tras una erupción en Islandia. Tras los primeros informes, los vulcanólogos empezaron a examinar las imágenes del satélite y localizaron el foco en un volcán submarino, que se creía inactivo, conocido como Havre Seamount, y calcularon que la erupción se había producido un mes antes, en el mes de julio.
Un equipo de científicos, encabezados por Martin Jutzeler, ha analizado ahora los datos con más calma y ha utilizado este caso para diseñar un sistema para predecir la evolución de este tipo de islas flotantes. Para ello han utilizado las imágenes tomadas por el instrumento MODIS, del satélite Terra, y han reconstruido la evolución de la gran isla de piedra pómez durante los 122 días que sucedieron a la erupción, desde el 18 de julio al 17 de noviembre. Sus datos indican que en un solo día, el volcán escupió una isla de 4.400 km2, "iniciando así un gigantesco experimento natural de alta precisión" que les permite estudiar las dinámicas de estas formaciones.
Estas islas son el equivalente a las nubes de ceniza que interrumpieron el tráfico aéreo en Europa
Durante las siguientes semanas la isla se fue disgregando, sobre todo hacia el norte, y formando lenguas de hasta 4.000 km de longitud como consecuencia de los vientos y las corrientes marinas. Una vez conocidos estos datos, los científicos los han cruzado con las simulaciones que ellos habían diseñado con un programa previo y han comprobado que las predicciones son bastante fieles.
Una formación de piedra pómez en la costa Argentina
En su trabajo, publicado en Nature Communications, los científicos aseguran haber diseñado una herramienta que podrá predecir la ruta que seguirán las islas flotantes en futuras erupciones "mitigando los riesgos potenciales para los barcos y permitiendo a las autoridades proteger los puertos". El sistema, proponen, se puede usar igualmente para predecir la evolución de otros objetos flotantes arrojados al océano, como la basura arrojada por los humanos o los grandes contenedores que se caen de los barcos mercantes.
Referencia: On the fate of pumice rafts formed during the 2012 Havre submarine eruption (Nature Communications) | Imagen superior cortesía de Marco Fulle (Stromboli.net)
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