"Necesitábamos el mejor día y tuvimos el peor de la temporada y eso nos va condenar a Segunda. Casi no hay posibilidades de luchar por la permanencia. Hacía falta acierto, solidez, tranquildad y ocasiones, pero tuvimos nuestro peor momento. Intuyo que todo se ha puesto muy complicado...". Las explicaciones de Paco Jémez, entrenador del Rayo Vallecano, tras caer derrotado en Anoeta reflejaban la absoluta desazón del máximo responsable del equipo rayista al que ha logrado mantener durante tres campañas consecutivas en la Liga BBVA.
El inesperado fiasco ante la Real Sociedad en el momento decisivo ha generado una gran controversia y las especulaciones se multiplicaron al conocerse que Paco, en una decisión a título personal desconocida por su agente y los responsables del Rayo, haya convocado a los medios de comunicación para una comparecencia pública tras el entrenamiento de hoy. ¿Qué motivo le ha llevado a tomar esta determinación? Unos defienden que la idea de Jémez es asumir la dirección del equipo aún descendiendo a Segunda, otros sostienen que solicitará el último aliento de los más fieles, los aficionados, pero no se descarta cualquier otro motivo conociendo el carácter del técnico.
El 2-1 de San Sebastián que deja casi condenado al descenso a los de Vallecas podría tener explicación en lo sucedido no sólo sobre el césped de Anoeta sino también en el vestuario, donde según ha sabido 'Vozpópuli' se vivieron momentos de tensión, nervios, lloros e incluso discusión entre algunos jugadores. Paco no quiso señalar en la derrota a sus futbolistas, de hecho nunca lo hace, y aumió la responsabilidad de la debacle. En un partido en el que los vallecanos disfrutaron de la posesión (más del 60%), las ocasiones de gol fueron las justas y muchos de los presentes en el palco de Anoeta se extrañaron de la escasa mordiente de la delantera vallecana en un choque de tanta trascendencia. De hecho los cambios fueron muy significativos, ya que necesitando marcar, el técnico mando al banquillo a atacantes como Jozabed o Bebé, además del central Crespo. De poco sirvió, aunque Javi Guerra se convirtió en un revulsivo con su gol. Pero el Rayo acabó derrotado y desquiciado, como se comprobó minutos después en el vestuario.
Las sensaciones en el Rayo Vallecano y su entorno han ido a peor con el paso de los días a pesar de que queda una final ante el Levante. Pero ya no depende de sí mismo. Y eso es mucho. Demasiado para un equipo y un cuerpo técnico que se pregunta todavía por qué todo el trabajo de un año se fue al traste en un encuentro donde todos debían dar el máximo.