La espectacular historia de Simeone al frente del Atlético de Madrid está jalonada de muy notables títulos, grandes gestas, dos finales de Champions perdidas (sin recordar cómo), enormes registros, muchas tardes-noches de fútbol intenso y de emoción, pero también de partidos feos como el de Málaga.
Encuentros sin brillo, donde el fútbol escasea, con pocas ocasiones de gol, regular nivel de algunos de sus jugadores, pero con victoria final. Cholismo en esencia. El que consigue los objetivos, el que sustenta al Atleti desde 2011, el que más le define y al que siempre se vuelve cuando surgen las dudas en un intento por demostrar que se puede y se debe jugar mejor. Porque este equipo tiene futbolistas de enorme calidad y es capaz, y así lo ha demostrado, de endulzar la aspereza que genera su propuesta. La 'vía Simeone' es tan válida como las demás. Guste o no. Provoca censura hasta en la propia grey cholista, pero al final el resultado convence a la inmensa totalidad de los rojiblancos.
Y ese Atleti 'made in Simeone' sumó tres puntos ante el Málaga de Míchel que se empieza a complicar la vida. Bajo los efectos del 'virus FiFA', asolado por bajas de peso y ante un calendario exigente, el equipo rojiblanco solventó la papeleta con oficio y beneficio. Fernando Torres se convirtió en asistente involuntario en las dos jugadas decisivas para que Koke y Filipe Luis decidieran con acierto ante Kameni.
Poco más balance ofensivo ofrecieron los colchoneros en La Rosaleda, pero el suficiente para resolver el choque que se las prometía duro. Eso sí, el trabajo colectivo en estos trances es tan decisivo que se plasma en la solvencia defensiva, otra de las esencias del 'cholismo'. Así, Oblak volvió a dejar su portería a cero y ya son 58 veces en 100 partidos defendiendo la meta. ¡Tremendo!
No hizo falta que el talismán Griezmann tuviera más peso en este partido y hasta Simeone le concedió un mínimo descanso ante lo que se avecina. No hay tiempo casi de recuperación y el objetivo apremia. Lograr el pase directo a la Champions es tan obligatorio a través de la Liga que nadie puede desconcentrarse. El Atleti vuelve a su esencia en el momento clave de la temporada. Y con él seguirá porque ese es su gen: competir y exigir a los demás. El que quiera espectáculo ya lo sabe: que vaya a la Gran Vía.