Soy uno más de los que piensa que los premios individuales a ejecutores colectivos tienen un valor relativo. Somos vanidosos y todos tenemos un corazoncito, no somos ajenos a los elogios. Desde ese enfoque, creo que sí, que los premios individuales siempre son convenientes y agradables de recibir e incluso de dar. Hasta ahí. Todo lo que sobrepase ese margen lo estimo pernicioso.
Lo del Balón de Oro 2013 supera con creces ese calificativo y ya incurre en lo apestoso, en lo insoportable. No sólo por la actitud de alguno de los aspirantes, el mamoneo del cambio a última hora de la fecha límite de votación y la triste imagen de los dos últimos presidentes del Gobierno español dejándose querer en las votaciones (se ve que como lo han hecho tan bien en sus mandatos pueden permitirse y alardear de estas bobadas).
No solamente por todos estos detalles –que también- sino muy especialmente por el espectáculo que está dando la Prensa deportiva española. La alemana y francesa más narcóticas supongo que por ahí se andarán a cuenta de Ribéry, pero lo ignoro. Es fácil suponerlo, dado que triste sería pensar que la idiotez es patrimonio exclusivo de los españoles, pero en realidad no lo sé. La que leo es la española.
En el diario AS del 13 de diciembre el periodista J.L. Guerrero se remite a un reportaje sobre Cristiano Ronaldo en la revista francesa 'So Foot'. Rotula Guerrero su artículo con un “El hombre que nunca fue amado” diciendo copiar al titular francés, cuando la realidad es que 'So Foot' titulaba “L,homme qui ne savait pas être aimé”, que no es sólo el original, sino también y por cierto mucho más original… y más veraz.
Tiene el periódico deportivo español, además, la solemne torpeza de incluir copia del reportaje francés, y ahí podemos apreciar la torticera traducción. ¿Piensan en AS que los españoles somos tan rotundamente bobos de no poder –si no traducir exactamente- al menos deducir el texto en francés? ¿O piensan acaso que da igual lo que seamos, porque han decidido que nos van a tratar como cretinos de todas las maneras? Probablemente tengan razón, porque el mero hecho de que uno de sus empleados más populares sea precisamente un ¿periodista? que ha ganado protagonismo a base de bufonadas más propias de un forofo de bar que de un profesional de la escritura dice bien poco de nosotros, lectores. No me refiero a J.L. Guerrero, aclaro, sino a otra persona mucho más jaleada. Y que tampoco es el único ejemplar similar en las letras deportivas hispanas, por cierto.
Pero yendo a la descripción francesa, creo que han dado en el clavo. Cristiano Ronaldo tiene dos problemas que parecen angustiarle. Uno es haber coincidido en el tiempo con un genio tan absoluto como Lionel Messi. El otro es el que citan en 'So Foot': no sabe hacerse amar, no es 'amable' en la pura significación del término. Es un excepcional futbolista con una profesionalidad intachable. Pero ha coincidido para su desgracia con un portento natural, argentino, que puede jugar un fútbol maravilloso sin aparente esfuerzo (y que, por cierto y lamentablemente, parece que va perdiendo la capacidad de esforzarse al menos un poquito a pasos agigantados).
Y, para poner las cosas peor, el portugués no sabe ser amado. En el artículo de la revista francesa retoman una de sus frases: “Creo que la gente me pita por ser rico, guapo y un gran jugador y la gente me envidia. No tengo otra explicación”, dijo hace años Cristiano. Y de paso nos ha revelado esta parte del problema. Hay muchos ricos, guapos y buenos profesionales. En el deporte y en otras actividades. Sin embargo, no todos caen tan mal como Cristiano. Porque no se les nota tanto su inmensa vanidad –que seguro también tienen-, porque saben sonreír y sobre todo porque trascender de vanidoso a ególatra –como peca el portugués- es mala cosa en un deporte colectivo. Muy mala cosa.
Por cierto, discrepo con Blatter no sólo en la oportunidad de su famosa bufonada, sino también en su opinión de que Messi es el chico bueno y humilde que cae bien a todos. No me lo creo ni por el forro. Me parece tan egocéntrico como Cristiano, punto arriba, punto abajo. Sólo que es más listo: no se le nota tanto.