El 22 de febrero de 2011 algo cambió para siempre en la carrera de Karim Benzema. Aquella noche, el Real Madrid salvó la papeleta en la ida de los octavos de final de la Champions League en Lyon. Tras un partido gris, Benzema abrió la muralla francesa en el minuto 65 con un gol que puso a Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, de pie en el palco del Stade Gerland, otrora templo del Olympique hasta 2015. Aunque acabaría empatando Gomis en el último tramo del encuentro, el equipo blanco rompió la maldición de Lyon, una que le había provocado muchas pesadillas europeas.
Karim Benzema había aterrizado en la capital de España una temporada antes, la 2009/2010, en aquel verano que tuvo reminiscencias de los años galácticos en Chamartín. Un estío con fichajes de calado mundial como Cristiano Ronaldo, Kaká, el propio Karim o Xabi Alonso. El galo había sido desde siempre un deseo del mandatario Pérez, quien quedó prendado del talento asociativo de Benzema en sus años mozos en el Olympique de Lyon, club que le vio nacer futbolísticamente.
Su adaptación no fue instantánea, ya que la figura de Cristiano Rolando opacaba a todo futbolista ofensivo que compartiera césped con él. Además, a Pellegrini y Mourinho no les disgustaba en absoluto Gonzalo Higuaín, líder de la revolución de aquel Real Madrid obrero de Fabio Capello y Bernd Schuster.
Lo llamaron gato, paquete, sin sangre, entre otras delicatessen del decálogo faltón de un Bernabéu que no tragaba con un tipo que dentro del área no tuviese sangre en los colmillos, como si tenía el astro portugués. Sus registros goleadores fueron creciendo de forma lenta, pero segura.
Llegaron los primeros éxitos, la Copa del Rey de Mestalla y la Liga de los 100 puntos, dos triunfos que se magnificaron por la entidad del rival, el Fútbol Club Barcelona de Pep Guardiola. Mou le acabó entregando la titularidad, lo que propició una dupla con Cristiano que aunaba técnica y furia. Asociación, finalización y calidad a paladas para una delantera que tuvo su apogeo unas temporadas más tarde, en la 2013/2014.
Con Mourinho fuera tras tres temporadas seguidas cayendo en semifinales de la Champions League, el Real Madrid recurrió a Carlo Ancelotti, técnico de la última era dorada del A.C. Milan, aunque autor intelectual del desastre de Estambul en 2005 ante el Liverpool.
Sea como fuere, el reggiolesi confió su sistema táctico a Karim Benzema, quien respondió con goles y buenas actuaciones, especialmente reseñable su ida de semifinales contra el Bayern de Múnich en el Santiago Bernabéu, anotando el único y solitario gol que mandó al Madrid a Alemania con ventaja. La Décima dulcificó las críticas sobre Benzema, que seguían (y seguirían) llegando.
Poco a poco, como el paladar de un enólogo, el Santiago Bernabéu comenzó a ver con mejores ojos al niño bonito de Florentino, que nunca dudó en defender a una de sus más acertadas y personales apuestas deportivas. Con la borrachera de títulos y emociones que supusieron las tres Champions League seguidas, Cristiano Ronaldo puso rumbo a la Juventus, dejando a Karim Benzema el dificilísimo oficio de viuda y amante del madridismo.
Benzema renace en soledad
Siempre será sorprendente, incluso hoy, que se despide el segundo máximo goleador del club, dueño de un Balón de Oro y cinco Copas de Europa, el escrutinio que vivió Benzema dentro y fuera del campo. Si bien sus polémicas con Francia están ahí y son de sobra conocidas, su comportamiento y profesionalismo con el Real Madrid estuvieron siempre fuera de toda duda.
Ni tan siquiera cuando se quedó solo por culpa del ego desmedido de Cristiano, tuvo una mala palabra hacia nadie. Siguió haciendo su fútbol, ese que tanto le criticaron y que defendió con aquel lapidario "yo juego para la gente que sabe de fútbol". Y tanto que sí. Benzema se convirtió en el buque insignia de un Real Madrid necesitado de ídolos y triunfos.
Mientras los Vinícius, Rodrygo, Valverde y compañía iban creciendo, Karim Benzema se dedicó a ganar Ligas y Supercopas. Cuando el mundo dejó de exigirle, el ariete firmó su obra maestra. Temporada 2021/2022. 44 goles, 15 de ellos en una Champions League para la historia. Tres al PSG en el Bernabéu; tres al Chelsea en Stamford Bridge, otro más en la vuelta; dos al City en Mánchester y el definitivo 3-1 en la vuelta de penalti ante los de Guardiola. Un éxtasis que culminó Vinícus Jr. en París ante el Liverpool.
El fanático de Ronaldo Nazario, maestro y guía de Benzema, alcanzó su inmortalidad al recibir el Balón de Oro, aquel que tanto ansiaba y tanto mereció la temporada pasada. Ahora, catorce temporadas y veinticinco títulos después, el mosquetero de Lyon deja su segunda casa para poner rumbo a Arabia a asegurar un buen plan de pensiones con el dinero infinito de los jeques. Y bien que hace, en Madrid ya ha dado todo. Su talento, sus mejores años y su gloria. Que no es poco. Bon voyage, Karim.
Cylone
Se va el artista. El madridismo le recordará con orgullo y le desea lo mejor.