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Del 'Maracanazo' al batacazo: Brasil baja los humos a una seudo-España

La final disputada en Maracaná entre Brasil y España iba más allá de levantar un trofeo menor como es la Copa Confederaciones, una especie de Supercopa a nivel de selecciones. Por ello, el batacazo que se dio La Roja, tanto en el marcador (3-0) como, sobre todo, en el juego, debe servir para recordar que en el Mundial necesitará su mejor versión y no ser una seudo-España.

Que nadie se engañe: la Copa Confederaciones es como la Supercopas de España o de Europa: si la ganas, vale lo que quieras que valga. Por lo visto, para Neymar y compañía, mucho. Pero, si la pierdes, tampoco pada nada. Claro que en el caso del Brasil-España disputado en Maracaná se trataba de algo más que levantar un simple trofeo. Era cuestión de medir fuerzas entre la pentacampeona del mundo y la vigente campeona, sobre todo de cara al Mundial 2014, la cita verdaderamente importante.

La final de la 'Confecup' también servía para comprobar cuál de los dos equipos imponía su estilo. Mientras Scolari fue fiel al suyo, en España sorprendió la suplencia de Cesc y también la titularidad de Torres. La novedad en el once fue Mata. Después de un sinfín de partidos jugando con Busquets y Xabi Alonso en el centro del campo, llegó el encuentro más esperado de todos, el de Maracaná contra Brasil y, en ausencia del guipuzcoano, Del Bosque jugó con Pedro y los mencionados Torres y Mata. Es decir, tampoco con un nueve falso, por delante de Busquets, Xavi e Iniesta.

Brasil, con Luiz Gustavo y Paulinho, además de Oscar, presionando y pateando todo lo que se movía por el centro del campo, especialmente Iniesta, se creyó superior desde el inicio y lo acabó siendo. Para colmo, encajar un gol nada más arrancar el partido es algo con lo que no contaba España. Sobre todo por la forma en la que llegó. Un desajuste defensivo entre Piqué y Arbeloa y un Casillas excesivamente dubitativo ante Fred.

El segundo gol de Brasil, obra de un desequilibrante Neymar al borde del descanso y en otro error de Arbeloa, llegó después de que David Luiz sacara bajo palos un lanzamiento de Pedro. Es cierto que España pudo ponerse 1-1 y se fue a los vestuarios con 2-0, pero este resultado hacía honor a la superioridad brasileña.

Una vez más tocada rectificar, aunque el único cambio de Del Bosque fue dar entrada a Azpilicueta por Arbeloa, quien, con una tarjeta amarilla, corría peligro de irse a la calle. Significativo que España jugara con tres futbolistas del Chelsea. Eso sí, sólo lo hizo seis minutos, pues tras encajar el 3-0, de nuevo obra de Fred, Jesús Navas sustituyó a Mata. El sevillano provocó un penalti nada más entrar al campo, aunque otro sevillano, Sergio Ramos, lo lanzó fuera. Esta vez la suerte fue esquiva con Del Bosque.

La roja directa a Piqué por zancadillear a su nuevo compañero en el Barça, Neymar, terminó por hundir a España. Para entonces había entrado Villa por Torres, el tercer y último cambio de un Del Bosque que esta vez no supo rectificar. Por su parte, Scolari no tuvo ningún pudor en utilizar su superioridad para parapetarse en su campo y provocar que España jugara prácticamente a la desesperada. Es decir, justo como no sabe.

Lo que se vendía como un nuevo 'Maracanazo' terminó en batacazo. España no perdía un partido de competición oficial por tres goles de diferencia desde el 30 de abril de 1985, Gales 3-0 España. Sin embargo, lo peor no fue perder, sino la manera. La Roja fue inferior a una Brasil mucho mejor plantada y planteada. En realidad fue una seudo-España, una selección demasiado alejada del juego que le ha distinguido y que le ha llevado a ganar tanto.

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