Si el árbitro valenciano Miguel Ángel Ayza Gámez llega a saber el revuelo que iba a provocar su tarjeta roja a Cristiano Ronaldo en Bilbao, lo más probable es que se la hubiera ahorrado. Todo lo que rodea al futbolista del Real Madrid, ya sea para bien o para mal, como en este caso, cobra una dimensión difícil de soportar.
Las alegaciones que el Real Madrid había preparado sobre la roja que Cristiano llevó a la Federación a solicitar a Ayza Gámez una aclaración sobre qué acción fue la que llevó a expulsar al portugués.
Y llegó la chapuza. El colegiado valenciano, que desde un principio había mantenido que el motivo de la roja directa fue el incidente del portugués con Gurpegui, informó a la Federación que la roja no fue por el forcejeo de Cristiano con Gurpegui y que provocó que detuviera el partido, sino por la acción posterior. Es decir, el rifirrafe entre el madridista e Iturraspe, que resolvió expulsando a Cristiano y mostrando la tarjeta amarilla al rojiblanco.
Este cambio de versión del árbitro ha indignado al Real Madrid. En el club blanco consideran que se trata de un intento de justificar su decisión, de ahí que sus servicios jurídicos alegarán falsedad en el acta.
El Comité de Competición, que se reúne este miércoles en lugar de haberlo hecho el martes por el sinsentido del calendario liguero, no lo tendrá fácil. O, todo lo contrario, igual lo tiene demasiado fácil, pues tal y como han discurrido los hechos, con el cambio de versión de Ayza Gámez, el Real Madrid parece tener todas las de ganar.
Además, y según demostraron las cámaras de Cuatro, es indemostrable que el gesto de Cristiano de llevarse la mano a la cara cuando se retiraba del campo fuera dirigido al cuarto árbitro, pues éste se encontraba de espaldas al portugués.