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Diego Costa debutó con España, pero aún deberá 'españolizarse'

   

No era un día memorable para debutar, pero las circunstancias no se eligen. Diego Costa se puso por primera vez la camiseta de la selección española. El escudo correspondía, los colores, no. Por algún motivo de la modernidad la Roja, jugando en casa, se enfundó una equipación negra y con ribetes verdes fluorescentes. Pues vale.

En cualquier caso, cuenta igual. No importa que fuese un amistoso y que la grada estuviese semivacía. Diego Costa debutó el 5 de marzo de 2014 con España, y eso es historia. Se ha hablado de él más que de nadie en los últimos meses. Primero por su irrupción en el fútbol español, donde pasó de ser un nómada (Celta, Albacete, Valladolid, Rayo) a una pieza importante en el Atlético a una estrella en cosa de dos años. Después porque, nacionalizado, decidió que España le iba mejor que su natal Brasil. Una elección así tiene siempre cierto morbo y muchos comentarios, en este caso no fue diferente. Becerra, Donato, Catanha, Senna y Thiago también pudieron elegir y se quedaron con España.

Ahora llega el siguiente paso, la adaptación a un equipo único, para bien y para mal. No será sencillo, pero los buenos jugadores siempre saben encontrar un hueco. Costa lo es, pero de un modo muy diferente al de todos sus compañeros en España. Donde todo es toque, posesión, calma y marcar el tempo, él es exhuberancia y fuerza. No anda sobrado de talento, entendiendo por esto sólo el trato con el balón. Es un muy buen rematador, pero no se desenvuelve tan bien en el pase, especialmente en espacios cortos, y el control. Tendrá que mejorar para entenderse con la pléyade de bajitos que le cubre las espaldas. Si lo consigue, el equipo ganará enteros.

Contra Italia, su primer rival, pecó además de cierta ansia por agradar. Algunas veces pasa, el jugador nuevo necesita subordinarse al orden establecido, no dar la impresión de que llega para dar una patada en la mesa y ser el nuevo sheriff. En el partido tuvo varias opciones de tiro que en el Atlético no hubiese dudado pero que con España convirtió en un pase extra, todas ellas con poco éxito.

No está mal tener la idea colectiva en la cabeza, es seguro que desde que llegó a Las Rozas le estarán diciendo que España, por definición, es pase, pero tampoco es conveniente reprimir el instinto animal de un delantero. Si Del Bosque busca en él un Benzema, delantero con oficio para la combinación y la pared, es poco probable que lo encuentre. Pero tiene otras muchas cualidades que mostrar.

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