Unos días atrás, así, como el que no quiere la cosa, leíamos en los periódicos deportivos que la UEFA había vendido los derechos televisivos y de marketing de la Champions League entre 2024 y 2027 por valor de 15.000 millones de euros, a razón de 5.000 por temporada. Dinero que en gran medida irá para los clubes participantes, claro. ¿Y quién es el hombre clave en este nuevo reparto del pastel? El jeque catarí Nasser Al-Khelaifi, presidente del PSG y mejor amigo del presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin.
Al-Khelaifi es uno de los hacedores del acuerdo en su condición de presidente de la Asociación de Clubes Europeos (ECA). Se apunta el tanto porque al parecer ha sido el principal negociador de la cosa. O, dicho de otro modo, ya es obvio que es este hombre quien corta el bacalao en la UEFA y, por ende, en todo el fútbol europeo.
Huelga decir que con este acuerdo que no se destacó en los telediarios -sí, son 15.000 millones, pero ya se sabe que en esto del fútbol a la gente le importa el juego, pero no el negocio- la dupla que conforman Al-Khelaifi y Ceferin suma enteros contra el proyecto de la Superliga. Un proyecto que, por cierto, no podemos defender aquí por principios, aunque ello no es óbice para criticar también con severidad a los que representan la alternativa al mismo.
Curiosamente nos hemos enterado de este megacontrato porque la asociación que preside Al-Kehlaifi envió a los grandes clubes europeos una carta que destapó The Times
La idea de Superliga de Florentino Pérez era arrogante, egoísta y, por ello, antideportiva. Pero tampoco conviene tragarse las monsergas del presidente de la UEFA y su "muy mejor amigo", que es el jeque del PSG. Ambos aliados, de hecho, ni siquiera ocultan una alianza que roza la obscenidad. Porque curiosamente nos hemos enterado de este megacontrato porque la asociación de Al-Kehlaifi envió a los grandes clubes europeos una carta que destapó The Times. La misiva decía así:
"Hemos recorrido un largo camino para asegurar la estabilidad financiera y la sostenibilidad, al tiempo que introducimos nuevas ideas, influencias, culturas e innovaciones. La ECA y la UEFA han logrado más juntos de lo que jamás lograríamos separados, y como resultado, todo el fútbol europeo es más fuerte".
A confesión de parte, sobran pruebas. Es el jeque oriundo de Catar quien le busca los socios y los contratos al máximo dirigente de la UEFA. Porque, como ya hemos dicho, corta el bacalao. El problema es que también se lo come, claro. Lo que nos lleva, una vez más, a la evidencia de cómo el negocio balompédico se mueve por derroteros cuanto menos oscuros.
¿Es este el modelo que queremos para este deporte? ¿Resulta lógico que un jeque que con su club se pasa el fair play financiero por donde le da la gana tenga este poder? ¿Es normal que Ceferin alabe cada dos por tres a Al-Khelaifi de la forma almibarada en que lo hace? ¿No queda otra que aceptar la pujanza de las teocracias de Oriente Medio en el negocio futbolístico?
Respondan ustedes, si les apetece, porque a mí me parece demasiado obvio.