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Diego, Iniesta y Courtois

  

El Atlético logró apagar al Barça otra vez. Y ya son cuatro en lo que va de temporada. Pero siguió sin atreverse a más, a explorar territorios de ataque, a dar un pasito adelante. Y mereció ciertamente menos de lo que contó el resultado. El luminoso marcador que arañó del Camp Nou, a la vista de toda Europa, fue un premio engañoso. Fruto de las intervenciones prodigiosas de Courtois, otra vez en mejor guardamenta del mundo, y de un zapatazo de Diego casi desde Zaragoza que obró la proeza del gol a favor de un equipo que no lo buscó ni ocasionalmente. Dio la sensación el Atlético de brindar un ejercicio heroico, pero realmente se benefició de un milagro. Simeone se superó, fue Maguregui.

El Barça nunca jugó con comodidad, pero buscó el balón, la profundidad y el gol, se acordó de en qué consiste básicamente este deporte. Tuvo apresado a sus principales figuras y le faltó lucidez para desanudar las complicaciones de las que el Atlético le llenó el camino. Pero se encontró a un Iniesta inspiradísimo, que llega a este tramo de la temporada más fuerte que nunca. Del Bosque se frotaba las manos en el palco. No por las lesiones que se le acumulan entre los seleccionables (se unieron al hospital ayer Piqué y Diego Costa) sino porque recibe a la leyenda del minuto 116 en perfecto estado de revista. La dirección y la magia del manchego dio para más de lo que obtuvo su equipo. Pero se empotró con una defensa poblada, especialmente inspirada por el centro, y con un arquero extraordinario.

El 1-1 anuncia un guión similar para la vuelta. Con el Atlético refugiado y el Barça volcado. Pero del asalto en el Camp Nou sí pueden sacarse conclusiones revolucionarias. Las debería extraer el Cholo. Sin pretenderlo, el talento genuino de Diego, ahora despreciado, le regaló un gol de la nada. Es el mejor futbolista del Atlético, de largo, pero Simeone le puso la cruz nada más llegar del mercado de invierno. Un par de resultados adversos le hicieron llegar a la conclusión de que el brasileño sobraba. Pero los mejores, por más sobrevalorados que estén los que no paran de correr (y es verdad que el Atlético de Simeone consiste en eso, y no le va mal así), no están nunca de más. Barcelona quizás ha servido para la reconciliación. El técnico dijo que el gol de Diego, su partido, representa la confirmación de que el fútbol a quien trabaja se la devuelve. Pero en el fondo ese tanto que casi hace gritar de admiración a Martino  lo que airea es que cuanto mejor es un jugador más te puede dar. Y Diego es un número uno. Ni el imperial Atlético del Cholo se puede permitir el lujo de renunciar a sus prestaciones. No sobra, hace falta.

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