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El campeón se jubila tarde

  

No por anticipada, la derrota resultó menos dolorosa. Muchos la vieron venir, menos los aduladores que ni miran y los más obligados a pronosticarla. España no supo o no quiso renovarse, desatendió sus defectos y sus artrosis y el final le pilló caprichosamente desprevenida. Es lo único que reprochar a un grupo que sólo merece reverencias: que su último adiestrador no percibiera, o no se atreviera, a pasar por el taller. A las ruedas no les quedaba ya dibujo, pero el seleccionador se empeñó en circular sin sustituirlas. Hasta que reventó.

España se fue del Mundial de la manera más brusca que jamás había tenido que irse. Al segundo partido y sin oponer resistencia. Humillado por Holanda y arrollado por Chile, que también le pasó por encima cosido a un sentido militar y protagonista de cómo competir. El partido estuvo siempre en manos de los de Sampaoli, ordenados, hambrientos y agresivos en la presión y profundos en el ataque. No hubo ni discusión. España cogió la puerta casi sin preguntar. Y por supuesto sin despedirse.

Maracaná celebró el funeral de La Roja (la nuestra). Algunos jugadores quizás conserven el sitio para la siguiente aventura, ya procedente de una segura renovación que afectará con toda seguridad también al entrenador. Pero unos cuantos no volverán a juntarse bajo esa camiseta. Casillas, Reina, Xavi, Villa, Fernando Torres y Xabi Alonso, también Del Bosque, ya son historia de la selección. Tarde, por supuesto, pero en agosto empezará el proceso de reinventarse. Le toca a otros intentar repetir la cadena de títulos más prolongada que se recuerda. Se acabó el fútbol, empieza el baile.

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