Munir El Haddadi ya está en la Roja. 126 minutos después, apenas dos trozos sueltos en la Liga BBVA, y ya ha sido convocado por la selección española. Del Bosque pone cada vez más bajo el listón. Montoya, Nacho, Bartra y ahora Munir. Esta vez sin la excusa de la sub 21, porque el descubrimiento de Luis Enrique llevaba allí tan sólo unas horas. Cualquiera diría que España viene de ganar la última Eurocopa, y la anterior, cualquiera diría que no hace tanto fue campeona del mundo. A esta selección va cualquiera.
Y no vale como excusa que Marruecos hubiera levantado el cuello ante el ruido desatado por el jugador, marroquí por parte de padre, en su dos tramos de partido jugados con el Barcelona. Especialmente frente al Elche, cuando puso el 1-0 casi sobre la bocina. No vale que el país africano hubiera insinuado su intención de capturar al chico. Ese argumento rebajaría de ética el asunto, además, aunque siempre habría quien lo mal llamaría astucia.
La realidad es que Munir juega en el Barcelona. Aunque por un rato y desde hace diez días, pero juega en el Barcelona. Y con eso basta. Como si se juega en el Madrid. O incluso no juega. A menudo con figurar basta. La pertenencia, incluso ocasional, a una de las dos superpotencias abre las puertas de la Roja a cualquiera a ojos de su seleccionador. Hay equipos que compiten con la persiana bajada para quien debe confeccionar las convocatorias, que hagan lo que hagan no van a ser atendidos. Y otros en los que, sin dejarse ver, el técnico es capaz de descubrirlo y rescatar todo. Con estar, aprueban.
La revolución iniciada por Del Bosque en España no está pensada. Está improvisada. Porque lo de Munir no puede ser la consecuencia de una idea que le estuviera rondando hace tiempo por la cabeza. Fue un calentón, una ocurrencia ante la repentina lesión de Diego Costa que compromente de nuevo y mucho el criterio seleccionador del seleccionador. El récord mundial de velocidad de llegar a una convocatoria del equipo nacional está batido. O cerca. Del Bosque cada vez pide menos.
Munir, 19 años recién cumplidos, puede ser muy bueno, o llegar a serlo mucho más en un futuro. Pero su llamada sin méritos a la selección no se sostiene, desacredita al técnico y ofende a un puñado de delanteros, de mayor o menos mérito, cuyo único pecado es no pertenecer al Madrid o el Barça. No ha completado un partido en la Liga y El Haddadi ya tiene una camiseta con número en la selección nacional.