España ha escrito con letras de oro una de las páginas más hermosas en la historia del baloncesto europeo. No solo por el título, ni tan siquiera la superioridad mostrada en la final ante Francia. El viaje a lo desconocido de un grupo de jugadores por los que nadie apostaba, un puñado de hombres entregados al ideario de un seleccionador que, tras la consecución de este oro, es historia de nuestro país. Un título que ratifica el cambio de filosofía en el baloncesto español: ya no abrazamos el epicureísmo, ahora somos atormentados románticos que siguen jugando al juego de los juegos como nadie en Europa. España es eterna. España es campeona del Eurobasket 2022.
Las 14.500 almas que acudieron al Mercedes-Benz Arena de Berlín eran conscientes de que sobre el parqué de la cancha se iba a disputar algo más que una final del Eurobasket. España y Francia llegaban a la batalla de las batallas con sensaciones y caminos muy diferentes. Unos lo hacían por la inercia que concede la diosa fortuna, esa que escupió los tiros libres de Turquía e Italia, insuflando así vida cuando no se detectaban latidos. Los otros se abrían hueco a codazos en la cita definitiva a base de coraje, inteligencia táctica y el resurgir de un espíritu combativo que se creía extinto.
Comienzo esperanzador
Scariolo puso en cancha de inicio un quinteto bajo con Lorenzo Brown, López-Arostegui, Jaime Fernández, Jaime Pradilla y Willy Hernangómez. Vincent Collet, por su parte, no dejaba margen a la sorpresa y salía con todas sus estrellas: Andrew Albicy, Evan Fournier, Gerson Yabusele, Terry Tarpey y Rudy Gobert. El primer cuarto fue la demostración de que el libreto de España no era fruto de las circunstancias, sino un manual de supervivencia ideado para triunfar. Mientras Lorenzo Brown rompía la defensa del 1 contra 1 con continuas penetraciones que dejaban a Willy Hernangómez en posición de fajarse en la pintura, Gobert era incapaz de distribuir un solo balón con acierto en el short roll.
Fruto de la buena puesta en escena de España, Francia entraba en el bonus con más de 6 minutos para cerrar el cuarto. Únicamente el acierto y arrojo de Fournier en sus internadas lograba abrir el goteo de puntos para el conjunto galo. La entrada de Garuba y Juancho supuso un soplo de aire fresco para los pupilos de Scariolo, que veían que el acierto desde más allá del arco les permitía irse 23-14 al final del primer acto.
Trataba de reaccionar Collet en el segundo cuarto, poniendo una zona que tenía como objetivo secar a España por dentro y obligarla a lanzar de fuera si quería seguir sumando. Y vaya si lo hizo. Juancho se vestía de Juan Carlos Navarro para irse al descanso con 6 de 7 en triples y destrozar la zona visitante, llevando a España a la máxima (32-16) del partido. Rudy seguía metiendo manos en defensa, lo que daba situaciones de contrataque a la selección para que siguiese aumentando la hemorragia francesa.
Sin embargo, y cuando la diferencia era de 21 puntos, apareció el carácter de Fournier. El jugador de los Knicks se echó el equipo a la espalda para anotar y distribuir, reduciendo la brecha hasta el 47-37 que lucía al descanso en Berlín.
Francia despierta tras vestuarios y España reacciona
Salió demasiado contemplativa España en el inicio del tercer cuarto. Ataques que morían sin ejecutar un lanzamiento, pérdidas de balón y desacierto en el tiro. Francia, mientras tanto, y sin sacar a relucir su enorme talento ofensivo, se colocaba a tres puntos (49-46) gracias al acierto de Yabusele, que martilleaba cada duda del conjunto nacional.
Cuando más negro se estaba poniendo el cielo de Berlín, Scariolo dio entrada a un Jaime Fernández que revolucionó al equipo con su energía y acierto para aumentar la diferencia por encima de los diez puntos (58-46). Consciente el técnico italiano de que Fournier había sido el responsable del resurgir galo en buena parte del encuentro, decidió poner en marcha un caja y 1 sobre él y secarle. España cerraba el tercer cuarto nueve puntos arriba (66-57).
Entraba el choque en los últimos diez minutos con mucha tensión. Los árbitros se equivocaban en un triple de España, que había tocado aro, cercenando una nueva posesión de 14 segundos para la selección, amén de señalar una técnica a Sergio Scariolo por las protestas. Se acercaba Francia a siete puntos, pero volvieron a aparecer las manos de Alberto Díaz en defensa y el acierto de Juancho desde el 6,75.
Con solo 5 minutos por delante, la selección nacional mandaba por dobles dígitos. Sabedora de su situación ventajosa, los nuestros pusieron temple y calma ante la desesperación francesa. Cerraba Willy perfectamente el rebote, dando el aliento necesario para que Lorenzo Brown penetrase con decisión en la pintura visitante. Con Gobert desaparecido en combate, Heurtel sin magia en los dedos y Fournier yendo de más a menos, la única opción real para el combinado de Collet era Yabusele. El jugador del Real Madrid fue, junto a Okobo, el único que seguía dando la cara.
Pero ahí estaban Alberto Díaz y Lorenzo Brown para evitar cualquier tipo de insurrección pirenaica. Con dos minutos por jugarse, España empezó a ver tierra firme. Pero siguió navegando sin titubear hasta llegar al 88-76 final. España se proclamaba campeona del Eurobasket por cuarta vez en su historia tras los triunfos de 2009, 2011 y 2015. La España de los obreros y picapedreros se imponía al baloncesto de estrellas y nombres. El viejo lema del baloncesto: equipo por encima de individualidades. Nunca volveremos a disfrutar un oro así. El mejor de nuestras vidas. El que ha cincelado un genio como Sergio Scariolo. El Aleksandr Gómelski del siglo XXI. La España eterna volvía a hacer historia.
Franz Chubert
Soy lector de VP desde el primer día, literalmente. Y siempre me pareció un signo de distinción no tener sección fija de deportes, un gran acierto. Pero esta crónica, y el ponerla en portada, me parece, igualmente, un gran acierto. Porque subraya la excepcionalidad de lo que ha pasado hoy. ¡Enhorabuena! ¡Y viva España! Enhorabuena