No es descabellado hablar de Pau Gasol como la mitad de la selección española de baloncesto. De hecho, en partidos como el que les enfrentó a Francia, la afirmación es estadísticamente literal. Sin embargo, a la gran estrella de este equipo (y se diría que de este torneo) le acompañaron en la batalla de Lille dos escuderos de lujo: Felipe Reyes y Sergio Rodríguez.
El capitán jugó los minutos importantes del encuentro, aportando defensa y carácter. Para Felipe, fue "un partidazo que sabe a gloria". "Nunca lo hemos dado por perdido, ellos han tenido miedo a jugar en casa ante tanta gente y nosotros lo hemos aprovechado", apuntaba el cordobés.
El base canario, por su parte, no se limitó a repartir su tradicional magia. Su aplomo en los momentos más delicados del partido le llevó a anotar canastas decisivas. Ante Batum, al que llegó Vincent Collet a usar para tratar de opacar al 'Chacho', o ante el mismísimo Tony Parker, el tinerfeño mostró su facilidad de desborde en el uno contra uno.
El director de juego del Real Madrid fue sincero en zona mixta: "Junto al de Argentina del Mundial [de Japón], éste ha sido el mejor partido de mi carrera con la Selección y posiblemente uno de los partidos más importantes de mi vida". "Era un objetivo estar en los Juegos de Río y no jugar el Preolímpico, que sabemos que es muy difícil, así que estar ahora donde estamos es un sueño", añadió Rodríguez. "Pero queremos ganar", finalizó.
Ambos tienen claro que la dificultad ha hecho más fuerte a esta España. Arropar convenientemente a Pau será importante para escalar el complicado último peldaño hacia el oro. Y las de Sergio y Felipe serán manos en las que todos nos fijaremos cuando no podamos gozar de las del mayor de los Gasol.