A estas alturas de la película parece claro que Caín era español y probablemente poco aficionado al tiqui-taca. Un estilo futbolístico que ha llevado a España a ser campeona del mundo y de Europa en dos ocasiones consecutivas mientras medio país bostezaba ante el televisor. Al menos eso cuentan. Hoy los chicos de Del Bosque, culpable por su pasado madridista (que le enemista a la España no merengona) y por su animadversión con Florentino (que le enfrenta a las hordas mourinhizadas), se enfrentan al reto de conseguir lo que nadie ha logrado: enlazar tres título en la Eurocopa. Pocos apuestan por esta Selección que despliega un tiqui-taca 2.0, una versión afilada de aquel Barcelona de Guardiola que mantiene a Busquets como boya en la medular con Iniesta de prestidigitador y la aparición de dos merodeadores talentoso como Silva y Nolito par poner su fútbol de buena pierna al servicio de Morata, digno sucesor de Fernando Torres con buen olfato en el área y mejor timing en los espacios abiertos.
Una inesperada derrota ante Georgia ha dado cuartelillo al fatalismo habitual que rodea a esta selección ganadora. Curioso porque cuando no se ganaba nada esos mismos exhibían un triunfalismo injustificado. Todo muy español. Entre el optimismo desmesurado de unos y el pesimismo antropológico de otros concurre esta España a la Eurocopa más multitudinaria de los últimos tiempos. 24 selecciones que abren el panorama al fútbol proletario de una Europa en la que selecciones como la Gales de Bale, Albania, la elegante Hungría o la sorprendente Islandia tendrán su cuota de protagonismo. España para empezar concurre en un grupo incómodo, con mucha clase media con la República Checa, Turquía y la ajedrezada Croacia. Selecciones que obligan a estar en guardia y no descuidar en ningún momento.
La Roja abre boca con Chequia, una selección venida a menos con Cech bajo palos, Plasil a los mandos, Rosicky en la mediapunta y el espigado Necid como mayor amenaza. Turquía es un equipo imprevisible y áspero, pero con jugadores de buena pierna como Arda Turam y Calhanoglu. Entrenados por el zorro Terim deberían pelear la segunda plaza a los croatas, que serán el rival con el que España despide el grupo. Modric dirige a un grupo de jugadores contrastados como Mandzukic, Rakitic o Perisic, complementados por el inagotable talento croata de los prometedores Brozovic o Kovacic. Un adversario que España ya dejó en la cuneta en la pasada Eurocopa y tendrá ganas de revancha.
La mestiza Francia de Pogba, la esplendorosa Alemania de Muller, Kroos y compañía, una Inglaterra con más gol que juego y la exuberante Bélgica con su fútbol hispter son los rivales de la Roja por el título, sin descuidar a la eterna Italia sombría y áspera de siempre
Después todo puede pasar. Las apuestas dan como favoritos a la física y mestiza Francia de Pogba, que juega en casa, y a los alemanes. La Mannschaft, vigente campeona del mundo, no gana una Eurocopa desde hace 20 años. Y los de Löw aspiran a romper la dictadura del tiqui-taca español. Llegan con muchos cambios, pero el equipo seguirá estando liderado por clásicos como Müller, Hummels, Kroos, Khedira, Ozil y Schweinsteiger. Inglaterra llega con más gol que fútbol liderada por los goleadores Kane, Vardy y un Rooney jerárquico, en una selección que tiene más peso del Tottenham de Pochettino que de los cuatro grandes de la Premier (Liverpool, United, City y Arsenal). Lo que invita a pensar en un equipo bien armado, con cuajo. Otra de las selecciones que arranca arriba en los pronósticos es la exuberante Bélgica, con su fútbol hispter y una pléyade de talentos que no acaba de explotar como equipo: De Bruyne, Hazard, Carrasco, Lukaku, Witsel, Benteke, Dembele, Fellaini... Y como siempre, sin levantar la voz, preparando una emboscada en cualquier momento, la eterna Italia de Conte. Sin una estrella rutilante, con un mediocampo esforzado con el infatigable De Rossi, Candreva, Motta o Giacherini y obreros del gol como Pelle, Zaza o Inmobile. Un competidor eterno que te aburre mientras te apuñala.
Es una cita interesante en la que hay una generación nueva que se presenta en sociedad. Jugadores como los franceses Anthony Martial y Kingsley Coman, los ingleses Delle Alli y Marcus Rashford, los españoles Héctor Bellerín y Lucas Vázquez, o el tardío Nolito. El fútbol vive la eterna pugna entre los equipos que explotan las carencias del rival y los que proponen rentabilizar las virtudes propias. España, Alemania y Bélgica propondrán los partidos con el balón en los pies. Italia, Francia e Inglaterra sudarán cerrando pasillos y castigando los errores rivales. En ese dilema saldrá ganador quien sepa interpretar mejor el partido que propone el rival de turno y se adapte con más eficiencia a las condiciones del mismo. España, a priori, debería librar el lado del cuadro en el que Francia y Alemania se tendrían que encontrar en semifinales. Eso condena a la Roja a cruzarse con italianos, ingleses o portugueses. Rivales a los que en los últimos años se ha superado siempre en las rondas eliminatorias. Nada invita al pesimismo y precisamente por eso, media España no espera nada de la Selección. Porque al final, todo el mundo es de su equipo. Salvo si gana la Roja, que entonces, como yo ya dije...