No es el grupo más severo que arrojó el bombo que configuraba la primera fase de la Eurocopa (ese honor queda para el que ocupan Bélgica, Suecia, Italia e Irlanda), pero tampoco se puede decir que a la España de Del Bosque le sonriese la suerte el pasado mes de diciembre.
En un torneo ampliado a veinticuatro participantes, la selección española esquivó a todas las peritas en dulce y no podrá permitirse ninguna jornada de desconexión. No les acompaña ninguna potencia rutilante en el Grupo D, pero los nuestros tendrán que esmerarse para tumbar a sus tres primeros compañeros de andadura en su defensa del título que consiguieron en 2012 en Kiev.
República Checa: El equipo contra el que abrirá fuego la Selección el 13 de junio en el Stade de Toulouse. No están, ni mucho menos, al mismo nivel de la brillante generación heredera de los subcampeones del 96. Además del sempiterno Cech, rejuvenecido en el Arsenal, sólo los veteranos Rosicky y Plasil quedan en un plantel muy renovado. Líderes de su grupo de clasificación, Dockal y Darida podrían ser sus tapados en Francia.
Turquía: Rivales el 17 de junio en el Allianz Riviera de Niza. Se metieron en la Euro in extremis, como mejor tercero, después de una fase de clasificación muy discreta. Talentosos pero tremendamente irregulares. Su mejor línea es la ofensiva, con la magia de Arda, la mordiente de Yilmaz y la pelota parada de Çalhanoglu. Atrás son vulnerables.
Croacia: Último partido del grupo para España, el 21 de junio en el Stade Bordeaux-Atlantique. Muy probablemente, el rival más peligroso. Su medular, con efectivos como Modric, Rakitic, Kovacic o Perisic es temible. Y en punta cuentan con el ex colchonero Mario Mandzukic como ariete. Ya nos pusieron en muchos aprietos en la pasada Eurocopa