Han pasado dos largos años, 27 meses, desde el accidente que sufrió María de Villota y su familia sigue esperando que la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) informe sobre la investigación que, según dijeron, se abrió en su día para delimitar las circunstancias y responsabilidades del percance.
El destino, en ocasiones macabro, quiso que la expiloto española y Jules Bianchi llevasen entre las manos un Marussia. Ambos se estamparon contra dos vehículos pesados que en ningún momento deberían estar en la posible trayectoria de un bólido de Fórmula 1.
María realizaba el 3 de julio de 2012 unas pruebas de aerodinámica en el aeródromo de Duxford (Gran Bretaña), cuando se empotró con la rampa bajada de un camión del equipo. Perdió un ojo y salvó la vida de milagro, pero las graves secuelas provocaron su muerte en octubre de 2013.
Marussia se apresuró a buscar el origen del accidente en la "falta de experiencia" de María al volante de un F1, pero ni ellos ni nadie ha ofrecido una información detallada de lo ocurrido aquella aciaga mañana de verano.
Cuando el bólido chocó con un camión aparcado en el aeropuerto es evidente que algo falló en el protocolo de seguridad. Si el Marussia de Bianchi ha acabado bajo el duro chasis de una grúa situada en la pista de Suzuka también ha habido algún grave error de seguridad.
Aunque algunas terminales mediáticas oficiales y oficiosas empiezan a vender la "mala suerte concatenada" como razón fundamental del accidente del joven francés, no cuela. O no debería colar.
Porque el GP de Japón se disputó bajó un tifón cuya tormentosa actividad se conocía hace días y, aún así, no se adelantó la hora de comienzo de la carrera para sortear la fuerte lluvia.
Y porque si la FIA decide enviar a los pilotos a correr bajo el aguacero, al menos debe extremar las precauciones y, por ejemplo, impedir que obstáculos tan peligrosos como una grúa puedan convertirse en una amenaza.
Y no se trata además de una situación extraordinaria, sino que tras la conmoción inicial por lo sucedido en Japón, las redes sociales comenzaron a funcionar como archivo histórico y, por ejemplo, apareció el siguiente vídeo del lluvioso GP de Europa de 2007 disputado en Nurbrugring. Las grúas camparon por las escapatorias, y entonces sí que fue la suerte la que evitó algún accidente de gravedad similar al de Bianchi: