La calma ha sido la tónica dominante en la previa del tenso partido entre el Atlético de Madrid y el Villarreal, el primero después de la prohibición del Frente Atlético en el Vicente Calderón tras la muerte de un hincha del Dépor hace dos semanas. Un fuerte despliegue policial, con 740 efectivos trabajando alrededor del estadio rojiblanco, había sido enviado para un partido declarado de alto riesgo.
Por fortuna, no ha habido que lamentar ningún incidente antes del partido. Los aficionados se han topado con minuciosos cacheos para entrar al Calderón, después de que hayan sido prohibidos todos los símbolos (bufandas, pancartas, camisetas...) del Frente Atlético para el partido de hoy. Circulares pegadas por las inmediaciones del estadio recordaban a los asistentes las normas de seguridad, y las circunstancias que podrían impedir su entrada al evento.
Quizá por las medidas de seguridad y el tiempo que ellas requieren, al inicio del partido el estadio estaba más vacío de lo habitual. El Atlético había reconocido que la venta de entradas había caído para este encuentro. En el fondo que hasta hoy ocupaba el Frente Atlético, siempre lleno, ha aparecido con numerosas butacas vacías. Tampoco estaba, como es lógico, la pancarta del grupo ultra, insignia cotidiana de esa parte de la grada.
Durante el partido, algunos cánticos desde el fondo sur fueron contestados por pitos mayoritarios por parte del resto de la grada del Vicente Calderón. El ambiente, era inevitable, fue extraño en el estadio colchonero, con ánimos por parte de la grada pero cierta rareza indisimulada. Quizá fruto de eso el Atlético perdió por primera vez en casa en lo que va de Liga. Un gol de Vietto a cinco minutos del final dio tres puntos inesperados a un buen Villarreal, después de que el árbitro anulase un gol dudoso a Mandzukic al inicio del segundo tiempo.