Sin discusión, Johan Cruyff está en los altares del fútbol cada vez que se cita una retahíla de los mejores de la historia. Siempre ha estado considerado uno de los grandes mitos del fútbol junto a Alfredo Di Stéfano, Pelé y Diego Armando Maradona. Un jugador diferente que cambió el curso de este deporte con su aparición y que protagonizó algunos de los episodios más brillantes de la historia en el Ajax, el Barcelona o la selección holandesa.
Fue la estrella de un Ajax que ganó seis títulos ligueros y tres Copas de Europa en los setenta. Luego brilló cinco temporadas en el Barcelona, dónde ganó una Liga y tres Balones de Oro (1971, 1973 y 1974). Con la selección de Holanda, en su único gran sinsabor, fue finalista de la Copa del Mundo que Alemania organizó y le ganó (remontando, además) en 1974.
Cruyff, un tipo con un carisma especial, se negó a participar en el Mundial argentino por estar dirigido por la dictadura del general Videla y porque ese mismo año sufrió junto a su familia un intento de secuestro en Barcelona, por lo que durante mucho tiempo tuvo que movilizarse con custodia especial. Argentina en aquellos años sufría muchos secuestros, asesinatos, detenciones ilegales y desapariciones y los jugadores holandeses se comprometieron, en caso de ganar el título, a no recibir la Copa del dictador Jorge Videla. Pero Cruyff reveló años más tarde que se negó a pisar Argentina por sus ideas contrarias a la dictadura.
Todo lo logró a pesar de una adicción al cigarrillo que le ha terminado costando la vida. Tal era su costumbre que en su época de jugador siempre fumaba en los descansos del partido, en el túnel antes de salir al campo o en los autobuses en los que viajaba con la plantilla. En sus primeros años como profesional intentó ocultarlo. Pero con el correr del tiempo ya no le importó que la gente supiese de su vicio. Se sentía intocable. Era el mejor futbolista de su época.
Fue el alma y el motor principal del 'Fútbol Total' impuesto por el Ajax y la selección holandesa en su etapa de corto. Era un genio rebelde, un violín solista criado en el balompié anárquico de la calle. Su aporte en la hierba también cambió el biotipo del futbolista: tenía un regate eléctrico y limpio, y cambiaba de ritmo fenomenalmente en una época donde los jugadores eran más estructurados y predecibles.
Debutó profesionalmente un 15 de noviembre de 1964, con 17 años. A la temporada siguiente, Rinus Michels sustituía al inglés Vic Buckingham, el técnico que había soltado al ruedo profesional al talento de Amsterdam. Marinus derivaría en una figura clave en la vida deportiva de Cruyff. Se consolidó como jugador bajo las ideas de Michels, que rompió con la hegemonía del catenaccio italiano a base de tres pilares: el fuera de juego, la presión ofensiva y la posesión del balón.
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En 1973 fichó por el Barça después de abandonar de forma tempestuosa el equipo en el que había crecido. Su maestro ya había emigrado a Cataluña dos años antes y su vínculo jugador-entrenador continuaría más tarde en Estados Unidos, con los Aztecs. Después, Cruyff volvería a su tierra previo paso por el modesto Levante. En terreno neerlandés ganó dos ligas consecutivas con 34 años. El Ajax no quiso renovarle el contrato y, como represalia, se fue al eterno rival. Con el Feyenoord, triunfó en liga y copa antes de retirarse.
Como técnico, limadas las asperezas, tuvo su primera experiencia con los ajacied, con quienes ganó dos torneos coperos, pero su formidable explosión llegó, de nuevo, en el Barcelona. En 1989, ya como míster culé, comenzó a poner de moda los hoy habituales rondos en los entrenamientos. Demostró que se podía ganar con pausa en la elaboración: su equipo creaba la jugada con paciencia, movía el balón hasta encontrar el hueco oportuno y desgastaba mientras al contrario.
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Su techo se alcanzó en 1992, con el denominado 'Dream Team' que ganaría la primera Copa Europa de la institución de Arístides Maillol. Ese equipo fue la semilla del Barcelona de Guardiola, quien era el mediocentro de la formación. Allí, Pep tenía estupendos socios como Koeman, Eusebio, Laudrup, Stoichkov o Begiristain, que nutrían a un ataque sin ariete puro. Una pizarra antepasada del 'falso nueve'.
"El fútbol me lo ha dado todo en la vida y fumar casi me la quita", dijo en un spot que usó ese eslogan y su imagen para concienciar contra el tabaquismo. Él mismo terminó aparcando los cigarros y cambiándolos por sus célebres chupa-chups. Con todo, la herencia letal de su mayor vicio ha terminado segando la vida de una figura única en el planeta fútbol.