Pese a que el estilo de juego basado en el contraataque 'largo' tras repliegue siempre me ha parecido práctico y espectacular al mismo tiempo y pese a que Luis Aragonés fue un gran divulgador de esa manera de jugar, no he sido un admirador incondicional de este hombre irrepetible que nos ha dejado.
Sin embargo, me ha afectado su fallecimiento. Ahora -y desde hace años- se lee que él fue el promotor del juego de control basado en la posesión (y me niego a utilizar ese 'tiki-taka', nombrete ridículo hasta el aburrimiento). No es cierto. Esa propuesta, ese estilo, existe desde hace muchos decenios.
Pero lo que sí hay que agradecer a Luis, por siempre, es que hubiera dado el paso de juntar en la selección nacional a todos los bajitos que jugaban de cine, protegerlos por detrás por un central colosal como Puyol, arroparlos en el medio por un mediocentro 'total' como Marcos Senna, complementarlos por delante por un maestro del desmarque como es Fernando Torres, y dar la retirada a unos veteranos pretenciosos que envenenaban el vestuario.
"Hay unos veteranos que me quieren manejar... y no lo van a conseguir". Veteranos protegidos por la prensa deportiva y por la propia Federación, no olvidemos el detalle. Luis Aragonés tuvo lo que hay que tener para flexibilizar su idea táctica y pelear por el buen ambiente en el equipo, enfrentándose a todo eso.
Muy pocos entrenadores -quizá ninguno- se hubieran atrevido a dar ambos pasos. Ese sí creo que es un mérito -y enorme- de Luis. Un formidable entrenador "de jugadores" y un maestro uniendo vestuarios. Una inmensa pérdida.
Y añado una foto de un calentamiento que me dejó un recuerdo imborrable, cuando al ver poco ambiente en un campo no dudó ni un momento en saltar a la hierba, con sus gafotas, su abrigote de borreguillo y sus no pocos años a cuestas, y se puso a calentar con sus jugadores. Un entrenador como la copa de un pino. Adiós, maestro. Y un abrazo especial a su familia coruñesa.