Los meses de favoritismo no sirvieron para nada. El Madrid del juego bonito, el Madrid de Laso, no ha sido, un año más, suficiente para ser campeón de Europa. Es difícil jugar con alegría una final, cuando las emociones se disparan y el miedo aparece. Los blancos, sin alegría, no son tan fieros.
El campeón fue el Maccabi (98-86), y con merecimiento. El equipo israelí consiguió estar en la final de Milán con un milagro de últimos minutos ante el CSKA y, una vez allí, sabiéndose grandes, fueron mejores que el Madrid.
El partido fue vibrante, intenso, muy físico, dominado por los entrenadores y el equipo macabeo supo trabajar mejor. Blatt ganó a Laso, el físico y la táctica se impusieron a la creatividad y la improvisaciónn, especialmente en la prórroga en la que los madrileños fueron una caricatura de lo que se espera de ellos. Tanto pueden ofrecer, tan poco dieron.
Hay algunos jugadores del Madrid de los que se espera más y no comparecieron en la final. Llull fue uno de ellos, quizá el caso más grave. Cero puntos en 35 minutos de juego, tampoco estuvo fino en la dirección, viscosa con él de base. Ni Mirotic, al que se le supone estelar pero sigue teniendo importantes problemas de irregularidad.
No se notó ninguna ausencia en los israelíes, sus americanos, Rice, Hickman, Smith o Tyus estuvieron fantásticos, no les tembló la mano y pelearon todos los balones rechazados, como si la vida les fuese en ello. Quizá la vida es un exceso, pero un jugador tiene que pensar en una final como algo trascendente y, esa lección parecieron tenerla más clara los macabíes.
En un partido apretado puede ser la fe lo que decida. Cuando un equipo muerde más, se tira con mayor intención al rebote y, además, acierta, lo normal es que gane. Ese papel lo pudo haber representado el Madrid, recursos hay sobrados para ello, pero no lo hizo, se lo dejó a su rival que, lógicamente, se impuso en el marcador. Faltó una mejor lectura de la situación, los israelíes tienen carencias, pero los de Laso no supieron ponerlas al descubierto.
El Madrid de Laso es un gran equipo, pero no el mejor de su tiempo. Para conseguir eso no es suficiente con dominar o ser favorito, hay que ganar y este equipo, que ha tenido dos intentonas consecutivas, no lo ha conseguido. Se irá Mirotic, probablemente, la base seguirá siendo brillante, se podrá seguir intentándolo, buscando la tecla que da la gloria, que es la única que Pablo Laso y los suyos no han terminado de encontrar.
- Ficha técnica:
86 - Real Madrid (16+19+20+18+13): Llull (-), Darden (7), Rudy Fernández (15), Mirotic (12), Bourousis (12) -cinco inicial- Reyes (12), Sergio Rodríguez (21), Slaughter (2), Mejri (-), Carroll (5) y Díez (-).
98 - Maccabi Electra Tel Aviv (15+18+20+20+25): Ohayon (4), Hickman (18), Smith (15) Pnini (-), Schortsanitis (9) -cinco inicial- Tyus (12), Blu (14), Rice (26) e Ingles (-).
Árbitros: Christos Crhistodoulous (GRE), Sasa Pukl (SLO) y Milivoje Jovcic (SRB). Eliminaron por cinco faltas personales a Schortsanitis (min.34), del Maccabi, y a Sergio Rodríguez, Llull y Slaughter.
Incidencias: Final de la Euroliga, disputado en el Mediolanum Forum de Milán ante 11.843 espectadores.