En los próximos meses, si todo discurre con normalidad, un jugador abiertamente gay formará parte de una plantilla en un deporte profesional estadounidense. Michael Sam, defensor de la Universidad de Missouri de fútbol americano, concedió una entrevista a la ESPN y otra a The New York Times para reconocer su homosexualidad, una cuestión que sus compañeros de equipo ya sabían pues se lo había contado en pretemporada.
Sam, uno de los mejores defensores de su conferencia, entrará en el draft que se celebrará dentro de un mes. Aunque es un poco pequeño para su posición, y probablemente tendrá que reconvertirse en la NFL, los analistas calculan que entrará en la tercera o cuarta ronda del draft, suficiente para quedarse en cualquier equipo.
Meses atrás Jason Collins, jugador de baloncesto, anunció públicamente su homosexualidad, pero ningún equipo llegó a hacerle una oferta para jugar con ellos, era agente libre. Sam, por lo tanto, podría ser el primer jugador profesional americano que haya reconocido su homosexualidad. El jugador de Missouri, hijo de un hogar roto, con algunos hermanos en la cárcel y que ha vivido en varias familias, es el primer licenciado en la historia de su familia y se convirtió desde muy pronto en uno de los líderes de su equipo universitario.
No todo será sencillo. Varios analistas recuerdan la frase de Jonathan Vilma, uno de los mejores defensores de la liga, que juega en los New Orleans Saints: “No creo que se acepte algo así tan bien como se piensa”. Vilma habló por muchos. Peter King, uno de los analistas más importantes de los Estados Unidos, ha hablado, con la premisa del anonimato, con varios directores deportivos y ojeadores de la liga, una buena parte de ellos consideran que sus opciones en el draft se reducen tras su declaración y creen que sólo en algunos equipos muy jerarquizados en torno al entrenador que acepte a un jugador homosexual pueden aceptar elegirle.
“No soy un ingenuo, sé lo mucho que supone esto, pero ahora mismo sólo puedo entrenar para llegar lo mejor posible”, ha comentado Sam. La NFL ha tenido en los últimos años varios problemas relacionados con la homofobia y con una discutible cultura de vestuario. El caso más claro de esto último se dio la pasada temporada en Miami Dolphins. Jonathan Martin, jugador de segundo año, salió del equipo deprimido, acusando a Richie Incognito, uno de los titulares del equipo, de acoso. Incognito terminó sancionado. Fue una historia célebre por sus consecuencias, pero las reacciones de muchos jugadores hacen pensar que no era un hecho aislado. Varios jugadores de la liga salieron en defensa de Incognito, con frases que venían a decir que Martin no era lo suficientemente duro y que lo que pasa en el vestuario, queda en el vestuario.