Un portugués, un francés y un sudanés saltan al terreno de juego. Lo que podría ser el inicio de un chiste clásico, en realidad no lo es: es parte de la alineación de Qatar en el partido inaugural frente a Ecuador. De los once futbolistas que fueron de la partida, seis nacieron en el extranjero. Además, en países muy diferentes: Portugal, Francia, Sudán, Irak, Argelia y Yemen.
Pese a tener menos habitantes que la ciudad de Madrid, esta fórmula le ha permitido ser un país exitoso en las principales citas deportivas. El motivo principal no es un profundo trabajo de cantera, sino la nacionalización masiva de deportistas extranjeros. Para muestra, un botón: de los 26 convocados al Mundial, 10 futbolistas nacieron en el extranjero y tres poseen una doble nacionalidad. Si sumamos la qatarí, en el equipo confluyen ocho nacionalidades distintas, las mismas que posee el Real Madrid.
La forma de 'fichar' a estos jugadores es que algún equipo de la liga local lo contrate y se gane la posibilidad de obtener la nacionalidad. Es por ese motivo que desde Qatar están potenciando tanto sus ligas, con el objetivo de atraer talento que a la postre les permita crear una selección nacional potente. Así es como el país logró conquistar la Copa Asia de 2019: cinco de los once jugadores titulares en la final frente a Japón eran qataríes de cuna. Había dos sudaneses, un argelino, un portugués y un iraquí.
El proyecto 'Qatar 2022' ha sido menos descarado que otros. el ejemplo más magnánimo de Qatar es su combinado nacional en balonmano. En 2015, con el mundial disputándose en territorio qatarí, se decidió crear una selección competitiva a golpe de talonario. Ficharon a Valero Rivera, considerado uno de los mejores entrenadores de la historia, en 2013 como seleccionador tras lograr una copa del mundo con España. Junto a él, llegó un 'all-star' de este deporte. Llegaron a la final y la perdieron frente a Francia, pese a que el proyecto fue millonario. Aún así, permitió
En Juegos Olímpicos, la receta se repite: Qatar, de los dieciséis deportistas que llevó a Tokio 2020, casi la mitad eran nacionalizados. La representación del país arábigo estaba compuesta por nueve qataríes, un nigeriano, un sudanés, un saudí, un marroquí y un atleta de gambia.
En Rio 2016 fue incluso más fragrante. Entonces, los qataríes que acudieron a aquellos Juegos Olímpicos eran minoría: 16 atletas de 39 totales. 'Ficharon' jugadores de voleibol de Brasil o corredores de Sudán para sacar músculo en el aspecto deportivo. Destacó, como en el Mundial de 2015, el combinado de balonmano: 11 de sus 14 jugadores eran extranjeros.
Pero, ¿por qué Qatar tiene tanto interés en lograr éxitos deportivos? La respuesta es sencilla: sportwashing. Este término, del que ya hemos hablado en otras ocasiones, es la búsqueda de inversión extranjera a través del deporte. Tener equipos relevantes a nivel internacional es interesante para la promoción del país, así como organizar torneos de grandes dimensiones como el Mundial de fútbol.
Qatar, al igual que el resto de países árabes, obtienen su riqueza del petróleo, pero este es limitado, por lo que buscan recibir inversión extranjera y progresar en otros sectores ante un futuro económico incierto. Para naciones como Qatar, el deporte es la forma más rápida de llegar a millones de inversores de un modo agradable: quieren vincular los valores del deporte con su país.
El país selecciona los deportes donde no hay límite de nacionalizados. Por ejemplo, la FIBA solo permite un jugador de estas características por combinado nacional. La FIFA, así como el COI, no pone barreras, por lo que Qatar se siente libre de 'ir al mercado' para traer jugadores.
Aspire Academy, la fábrica de futbolistas de Qatar.
La táctica para captar futbolistas ha cambiado en la última década. Hace una década, Qatar firmaba talento a golpe de talonario: ofrecían a los jugadores sueldos inalcanzables para otras ligas e incluso incluían pisos gratuitos. Conseguían que un futbolista que podía progresar en una liga de nivel intermedio como la belga o la griega acabase en Qatar. Después, la técnica se sofisticó y lo hizo a través de programas de desarrollo, siendo Aspire Academy la empresa principal.
El seleccionador de Qatar, el español Félix Sánchez, fichó por Aspire desde La Masía del FC Barcelona y fue escalando puestos hasta ponerse al frente del combinado nacional. Se fijaron en España como el estilo que querían desarrollar y de ahí que fichasen directivos y profesionales españoles.
Después, Aspire comenzó a realizar una doble función: desarrollar talento qatarí desde la infancia y crear escuelas de captación en países extranjeros, con especial atención en África, donde pueden ofrecer un futuro lejos de la pobreza a sus jóvenes. No es casual que la mayoría de deportistas seleccionados no procedan de Europa, aunque sí hay casos, como el de Pedro Miguel, el lateral izquierdo de Qatar, que es natural de Portugal.
La Aspire Academy no es, precisamente, una iniciativa privada: está impulsada por el gobierno del país. Con el paso del tiempo, se ha convertido en un centro de alto rendimiento de prestigio y se ha convertido en un lugar donde muchos deportistas quieren formarse. Las instalaciones son de primer nivel.