Estaba la tarde un poco fría, cuando la atención se centró en el salto de altura. Los atletas parecían convencidos de que el día en Moscú estaba hecho para brincar y, uno tras otro, fueron franqueando alturas fantásticas. Ejemplo sencillo: Ivan Ukhov, campeón olímpico en Londres, fue cuarto con 2.35, una medida que le hubiese dado para ser campeón en los últimos cuatro Mundiales. Drouin y Barshin se detuvieron en 2.38, una sensacional marca, pero Bondarenko fue un poco más allá. 2.41 a la segunda y con una suficiencia pasmosa. Había dejado de saltar casi todo, no le importaba la competencia, así de sobrado iba.
Por eso no extrañó que, al ver a Barshin fallar en 2.44, pidiese que le pusiesen la barra a 2.46. El sólo intento es una osadía, Sotomayor tiene el récord del mundo en 2.45 desde 1993 cuando lo logró en Salamanca. Estuvo muy cerca. La grada se engalanó de azul y amarillo para animar al ucraniano, que salta con una bota de cada color y pasó dos años parado por una grave lesión en un pie. Bondarenko pide silencio, se golpea con fuerza los muslos y mira la barra, que a esa altura ya da vértigo. No lo logró, pero con su segundo salto a buen seguro Sotomayor dio un respingo. Está muy cerca Bondarenko, que sin duda intentará en algún mitin llegar donde nunca antes ha llegado nadie.
Isinbayeva y la homosexualidad
Isinbayeva recibió su oro entre lágrimas, pero la escena de la medalla quedó en un segundo plano. La pertiguista decidió que era un día para reprochar a una atleta, Emma Green, saltadora de altura sueca, su apoyo a los derechos de los homosexuales, una de las grandes controversias de los campeonatos por las últimas leyes rusas al respecto.
"Es una falta de respeto hacia nuestro país, hacia nuestro ciudadanos, porque nosotros somos rusos. Tal vez somos diferentes a otros europeos, pero tenemos una ley que hay que respetar", dijo Isinbayeva. "Estamos contra la promoción de la homosexualidad, no, obviamente, contra la libre elección de cada persona. Es su vida, es su elección, sus sentimientos, pero estamos en contra de su promoción y yo apoyo al Gobierno", concluyó la atleta, que bien podría buscar una carrera política en Rusia, algo habitual entre ex deportistas.
La polémica va más allá de estos mundiales, pues el próximo año hay unos Juegos Olímpicos de invierno en Sochi y el COI anda un poco preocupado por las nuevas leyes. Green no ha sido la única en rebelarse contra la ley, también el estadounidense Symmonds, plata en el 800, quiso levantar la voz y dedicarle su medalla a los homosexuales rusos.
Esperando a Bolt
Están los Mundiales un poco dormidos estos días. Falta Bolt, el dinamizador habitual de la causa. Este viernes vuelve con las series de 200, como también lo ha hecho ya Shelly Ann Fraser-Pryce, que se metió en la final del doble hectómetro femenino. Además, este viernes tendrá el mayor aliciente para los españoles de la competición. Por la tarde salta Eusebio Cáceres, la gran esperanza de medalla, quizá de oro, de todo lo que le queda a la delegación española. En la pista se vio el final de Félix Sánchez, que no pudo competir a su nivel en la final del 400 vallas (venció el triniteño Gordon), las primeras pruebas de relevos, a la sueca Aregawi ganando el 1.500, Hejnova los 400 vallas femeninos y a Ibargüen siendo la primera colombiana en logar un oro mundial en atletismo, en el triple salto.